jueves, 7 de mayo de 2009

Teologías accidentales.

Hace muchos años que, de manera cíclica, se edita una “Enciclopedia” o una “Antología” del Disparate. Son libritos muy populares en los que un profesor con espíritu friki dedica gran parte de su tiempo a recoger las animaladas que sus alumnos dicen en los exámenes, completadas con otras de cosecha ajena.

En muchas ocasiones, no obstante, encuentro en esos aparentes dislates –que parecen provenir no sólo de no tocar un libro ni por el forro, sino de angustias, miedos o preocupaciones personales, o de ejemplos mal apuntados—materia de reflexión sobre muchos asuntos.

Algunos simplemente son la envidia de Groucho Marx:

“Dos rectas paralelas son las que nunca se encuentran a no ser que una de ellas sea rebelde”.

Como dice el Evangelio, si sabía lo que estaba haciendo, es un genio, si no lo sabía es un asno. Pero tiene mucha gracia.

Otros dicen verdades como puños, por más que el profesor no sepa verlas:

Las Guerras de Religión en Francia.

Eran que si tú creías en Dios, te pegaban un par de tortas, y si no creías en Lutero te las pegaban también.

Pero otros tienen un fondo mucho más curioso. Transcribo:

¿Cuándo nos hacemos hijos de Dios?
Cualquier día de estos.

¿Cuántas personas hay en la Santísima trinidad?
Tres: Padre, Hijo y Madre.

¿Qué es la Santísima Trinidad?
Un problema difícil de resolver.

El Padrenuestro.
El Pan nuestro de cada día dánoslo de hoy.

En la primera, hay un tratado sobre la escatología mezclada con la inclusión entre los justos. Probablemente con algo de miedo al Juicio. Lo que más me alegra es que ese alumno o alumna está, al menos, planteándose si decide o no tener a Dios como padre, a no ser que crea que el lo va a decidir sin su consentimiento. Vamos, que se cierne.

Lo de Padre, Hijo y Madre está tan cerca de los Ebionitas y de la discusión sobre el Espíritu Santo como elemento femenino y el famoso Logion (“Mi Madre, el Espíritu,...”) citado por Clemente y algunos Evangelios gnósticos que da escalofrío. Es cierto que el chaval o la chavala ha decidido simplificar un pelín el misterio y llevarlo a lo que conoce. Pero yo no tiraría la primera piedra.

Sobre “el problema difícil de resolver”... bueno, es realmente brillante. Escueto. Pero brillante. Si además se enteró de que es un misterio, el chaval decidió que con lo que no pueden los teólogos él, menos. Otro que merece, por lo menos, el aprobado por aproximación.

El último es el fracaso patente del mensaje conciliar. El consumismo se ha adueñado de las pobres cabezas de nuestros hijos, y ven a Dios como un repartidor de Bimbo o un tendero honesto y con control de calidad. Bueno, menos es nada, ¿no?

Os dejo el último, que me hizo casi caer de la silla:

Dí cuál es el masculino de Oca.
Parchís.
La referencia es: Rodríguez Plasencia, J.L.: Gran Enciclopedia del Disparate; Ed. El Papagayo, Madrid, 1991 (5).

miércoles, 6 de mayo de 2009

El Zoo Vasco.

Uno de los errores históricos que, a mi juicio, cometió la izquierda en la transición, fue asociar el final del franquismo con la aceptación de los nacionalismos como seña de pluralidad y diversidad frente al monolítico estado fascista. En esa inercia de “anti” que se instaló tras la muerte del dictador, parecía que había que aceptar, incluso promover, cualquier cosa que éste y sus acólitos habían prohibido, perseguido u ocultado.

De manera que se aceptó de manera acrítica que la España futura, sin modelo federal y bajo un régimen que el propio dictador había instalado como legitimador de su continuidad, tendría que hacer equilibrios –inútiles—para tratar de moverse entre la sacrosanta unidad de la patria y las reivindicaciones históricas, y violentas, de un porcentaje extremadamente pequeño de la población. Incluso el sistema electoral se diseñó para que el voto de los que creen que ser un embrión fecundado en un sitio determinado conlleva una unidad de destino en lo universal valiese más que el de las por entonces muy movilizadas masas obreras.

No creo que sea casualidad, aunque se reflexiona poco, el que los nacionalismos más destacados –incluido el gallego—se nutrieran de las filas ultracatólicas y de la derecha burguesa y aun de la ultraderecha campesina, para quienes el terruño, las tradiciones más legendarias (muy a menudo inventadas o tergiversadas, como toda mitología, religión o creencia de clan) y hasta las costumbres culinarias eran más importantes que el avance social o la aceptación de la igualdad, la fraternidad y la libertad. Es decir, lo mismo que había ocurrido y ocurre con el nacionalismo ultracatólico del Movimiento Franco-falangista Tómense la molestia de leer en paralelo a Sabino Arana, a José Antonio Primo de Rivera y a Adolf Hitler --bueno, y la sección de opinión de La Razón o El Mundo-- y verán lo que quiero decir. O escuchen a un catalán sorprendido de que en las dos Castillas y en Madrid haya agua e, incluo, árboles. Yo conozco uno que hasta admitió, con los ojos abiertos como platos, haber encontrado en Madrid “gente muy maja”, como suena. El caso contrario también se da con frecuencia, por supuesto, y también lo he visto.

Los que habíamos mamado la izquierda de vocación internacional e internacionalista, en la que el poder debía conquistarse de acuerdo con la marca de clase y no por la ovárico-espermatozóica, asistimos perplejos a los trapicheos y coqueteos de comunistas y socialistas con las derechas independentistas. Al principio, hasta nos daba la risa floja escuchar que ETA era el brazo armado de la izquierda abertzale, porque lo considerábamos, al menos, un oximoron tan extraño al saber político y al sentido común como un nazi demócrata. Haberlos, háylos, claro, pero esa es otra historia.

De aquéllos polvos vienen estos lodos, en los que las fronteras entre la democracia y la partitocracia se han borrado para siempre, y en el que dejan de contarse cien mil votos (nada menos) porque no nos gusta lo que defienden unos cuantos: confiamos tanto en nuestra profundidad democrática frente a los terroristas que lo único que se nos ocurre para combatir su base social es prohibir su participación institucional, negándoles el acceso a la normalización política que, seguramente, sería la única manera de deslegitimar su actividad al margen, precisamente, de las instituciones. Lo más grande es que esto se sabe y se ha apoyado para otros casos fuera de nuestro país, pero aquí no hay manera. Sorprendente.

Ahora asisitimos, entre parabienes de unos y rabietas de otros, a una investidura de Patxi López apoyado en los votos de los que anteayer le llamaban terrorista amigo de los terroristas. A un ex-Lehendakari que se ha acogido al aut caesar, aut nihil (o César, o nada, para los del Plan Nuevo), despreciando a los votantes a los que debe su posición política y mediática. A una presidenta del Parlamento que más les toca los genitales a los de su cuerda. A un coro españolista que aplaude la unión antinatura de los que trataron de impulsar un acuerdo pacífico con los que lo bombardearon. Izquierda Unida se ha abstenido, y eso que viene de gobernar con el PNV, a quien esa unión no le parecía tan antinatural ni ilegítima hasta hace tres meses como a mí.

Lo bueno de todo esto es que, en el fondo, es divertido cómo la izquierda pierde identidad, cómo las derechas acaban uniéndose porque el objetivo es el poder para sus cuadros y cómo los nacionalistas no tienen discurso político que ofrecer si no es que el único poder legítimo es el que da ser “auténticamente” vasco.

¡Qué bien les viene a todos que ETA siga existiendo! Sin ETA, ¿qué serían? ¿Qué tienen que ofrecer a los ciudadanos? Eso sí que no se lo perdono a esos descerebrados que juegan a héroes inmarcesibles con boina: que mantengan y legitimen a estos politicastros. Si abandonaran las armas dejarían con el culo al aire a más de uno y más de tres.

lunes, 4 de mayo de 2009

Desconocidos. La otra democracia.

No es un tipo muy alto, ni tiene ningún rasgo especial. Joven, es de estatura normal tirando a bajito. Su cara es una cara típica estadounidense, quizá la que atribuímos a la gente de Milwaukee, con aspecto nórdico, rubio. Se mueve siempre en la tangente del encuadre de las cámaras, si éstas se cruzan con él por casualidad. Se llama Jim Wilkinson, que tampoco es un nombre con muchas resonancias, si no fuera por las cuchillas de afeitar.

Es un tipo que nunca se ha presentado a unas elecciones, ni ha estado en ninguna lista de políticos prominentes, ni es una celebridad mediática. No ha protagonizado, que yo sepa, un solo titular a cuatro o más columnas, ni ha sido entrevistado por Jay Leno ni por Larry King. Si llega a estar en una sala, se le verá en la útlima fila, con uniforme si está en el Centro de Medios de Iraq o con una camisa azul celeste y pantalones dockers, confundido con los demás si es en otro lugar.

Y sin embargo es la persona que habla por la boca de Cheney, de Bush, de Condoleeza, de Colin,... hasta de esa parodia de la caricatura de un muñeco de guiñol que es nuestro ex-presidente. Su curriculum es brillante: es el ideólogo y organizador de todas las “noticias” y “reportajes” que se han visto en las televisiones occidentales sobre las fingidas causas y la realización de la guerra de (contra) Irak. Es el organizador y factotum del centro de comunicaciones que el pentágono montó sobre el terrenos para centralizar la información sobre la guerra. Fue el que montó las “espontáneas manifestaciones” que impidieron el recuento de votos en Florida cuando el hermano de G.W. regaló a éste su presidencia. Es ahora director de comunicación del GOP, el cuartel general republicano. Es más cosas, pero con estas creo que vale.

Lo que quiero decir es que personajes como este no son votados. No emergen de la voluntad popular, ni del sufragio universal. Nacen de despachos donde se toman las decisiones que después ejecutarán los tristes hombres que se dicen políticos y que no son más que los ejecutores de quienes realmente ostentan el poder.

Seguro que Jim Wilkinson tiene a alguien por encima de él ¿quién no? Pero esos que le sostienen, que lo han puesto ahí para decirnos cómo pensar no han sido elegidos por nadie. En España, hay epígonos de este personaje pero, afortunadamente, aún son unos chapuzas.

Todo llegará.

P.S.: el documental “Massive deception Arms” cuenta todo lo relativo al frente mediático de la guerra de (contra) Irak y el papel de este y otros peronajes en el engaño (“deception” tiene ese sentido: la traducción ha vuelto a ser traición). Desafortunadamente ni el libro ni el video vienen referenciados en Google. Pero esta tarde, a las 15:00 repiten el documental en el Canal Historia. Daré la referencia.