jueves, 4 de junio de 2009

Europa, Europa. Un domingo difícil.

Supongo que nunca sabré qué esqueletos guarda en el armario la –mal llamada—izquierda española; qué deudas secretas ha contraído y con quién. Creo que también dejaré esta breve chispa biológica sobre mi planeta sin saber por qué las campañas electorales las dirige siempre la ultraderecha, con la connivencia y la participación entusiasta de los medios de comunicación que se dicen adversarios de dicha ultraderecha.

Nos estamos jugando cosas muy graves, en las elecciones del domingo. Entre otras, la revisión del modelo económico, defendido por ese personaje teatral que es el ex-presidente de los muertos por petróleo, abanderado de faescistas y aguirres, que ha llevado al borde de la quiebra a millones de personas físicas y jurídicas. Que ese personajillo que se creyó investido del poder ilimitado y divino por el hecho de ganar unas elecciones (yo creo que esa malinterpretación de la democracia debe de venir de tener bigote: empiezan a ser demasiadas casualidades) se permita hablar de profundizar en la ingeniería económica del fraude, de la estafa, de la privatización salvaje, del control nulo de los estados, de los pueblos, sobre los avariciosos y los ladrones es prueba de que en la transición se dejaron cosas por hacer los que cedieron a las pistolas y a los pelotazos. Pero nadie le ha contestado desde la izquierda.

Nos estamos jugando que Europa tenga un poder mediador y protagonista en Asia. Sólo Europa puede contrapesar su mala conciencia para con Israel con la asunción de su pasado árabe-otomano. Sólo Europa puede defender la paz desde la diversidad porque le ha costado casi cinco milenios aprender de sus propios errores. Que Europa siga creando aznares y berlusconis sólo da cuenta de que la ciudadanía ya no distingue entre los realities y la realidad. Pero Europa sabrá salir adelante porque ya lo ha conseguido otras veces. Estados Unidos y Oriente Medio, en cambio, se manejan en la lógica del imperio y la resistencia, de modo que sólo un contrapoder legitimador podrá presionar hacia la paz. En España, el del bigotito y sus cohortes de ladronzuelos y desfachatados dirigentes cortijeros nos alejaron de esa Europa –bien es verdad que más soñada que real—para acercarnos a los señores de la muerte y de Guantánamo. Pero nadie le ha contestado desde la izquierda.

Nos estamos jugando el estar en un espacio en el que los estados laicos se rigen por leyes laicas y en el que las religiones y sus subsectas se autofinancien, como cualquier asociación. Un espacio en el que el obispo de Colonia tenga tanto que ver con la presión política como el presidente de la Asociación de Autónomos del Taxi, por ejemplo. No podemos seguir escuchando salvajadas ultramontanas y altomedievales que, milagrosamente, merecen cuatro columnas en una portada de un periódico laico. Los palmeros meapilas de los obispos de la ultraderecha españolísima y españolista guían la campaña hacia la discusión sobre la vida humana –qué maravilla ver vociferar así por la vida a los mismos herederos de un golpe sangriento, a los que lo bendijeron y a quienes piden penas de muerte—mientras los macroestafadores neocons, religiosos ellos, han acabado y están acabando con las vidas, la dignidad y el trabajo de millones de personas. Pero nadie ha contestado, con rigor, desde la izquierda.

¿Y la corrupción? Pues no pasa nada. Supongo que hay muchos esqueletos en los armarios. Pero lo cierto debe ser que la gente da por hecho que los políticos son corruptos como los futbolistas puteros. Otra cosa es que todos lo sean, pero se trata de que encaja en el perfil. La izquierda, cauta, no dice nada de Fabra, de su yerno, de la duquesa y sus espías, del señorito de los trajes, de ese Mayor que llamó asesino al Presidente de todos los españoles. No vaya a ser.

Y es que la mal llamada izquierda cree que si explica la complejidad de las cosas y va más allá del eslógan, nadie va a captar el mensaje. La mal llamada izquierda está tan cerca de la ultraderecha que gobierna con ella en el País Vasco. La mal llamada izquierda no es capaz de mirarse a sí misma y luego presentarse ante sus votantes. Sencillamente, porque su esquizofrenia, su amor por el poder y su deuda con los poderes que la financian la desposeyeron hace tiempo de su legitimidad. La mal llamada izquierda sólo tiene el barniz y por eso lucha tanto por defender su barnizz. Si no, ¿quién la distinguiría de la ultraderecha?

Luego está Izquierda Unida. Haciendo anuncios absurdos para jóvenes descerebrados, sin profundidad de análisis, sin mostrar las miserias del sistema, sin combatividad. Todo chachi, todo guay, todo cool. La izquierda, quienes somos de izquierda somos, desgraciadamente, cultos. Sabemos que la realidad es compleja. Y creemos que la cacería del ministro, los falcon y los gürtel son tejido y razón para un combate que la mal llamada izquierda no está dispuesta a plantear. Y sabemos qué es Europa y dónde tiene que estar. Ojalá IU se entretuviera en explicar lo que está pasando y lo que puede pasar y se dejase de estupideces para los del plan nuevo.

Qué panorama.