martes, 25 de noviembre de 2008

Lo Obvio y lo Obsceno.

En 2005, murieron en España 387.355 personas. De ambos sexos, o géneros. Hubo casi 3.500 suicidios y unas 4.000 víctimas mortales en accidentes de tráfico. 1.000 personas murieron –todavía—en el parto o por complicaciones perinatales. La primera posición es para las enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio (126.000), aunque como la mayoría de las defunciones se certifican como “parada cardíaca” esto debería matizarse. Murieron 11.000 personas por “síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio, no clasificados en otra parte”; es decir: que han muerto no se sabe muy bien por qué. No creo que las tendencias hayan cambiado mucho, exceptuando quizá las relacionadas con los accidentes de tráfico, tendencia que mejora a pesar de que nuestros lemmings motorizados se están empeñando en revertir la tendencia en este final de año.
También recuerdo que hace muchos años, El Perich, en uno de sus chistes-comentarios en El Jueves dentro de las “Noticias del 5º Canal”, ironizaba sobre el problema del consumo de droga en Barcelona. Decía algo así como: “Las autoridades, preocupadas porque en Barcelona hay 200.000 drogadictos. Dado que en Barcelona viven 3 millones de personas, la buena noticia es que hay 2.800.000 personas que no tienen problemas de droga. Así que a lo mejor, el problema de la droga no es tanto problema”. Era más menos así.
Digo todo esto porque con motivo del Día de la Violencia contra las Mujeres (o como se llame oficialmente) he escuchado una tertulia en Hoy por Hoy que me ha dejado un poco perplejo. Una de las intervinientes se quejaba de que, con 62 mujeres muertas en lo que va de año –desde luego la cifra empeorará con las Navidades--, “la violencia machista sólo aparece en el noveno lugar” del Barómetro del CIS como una preocupación de la sociedad.
A mí, para ser sincero, me parece que cuantitativa y cualitativamente hay un éxito enorme de sensibilización cuando un problema que afecta al 0,02% de las personas que mueren al año es una de las máximas preocupaciones de la sociedad. No quiero trivializar y apropiarme del mencionado chiste de El Perich diciendo que hay 174.958 mujeres que no han muerto por el maltrato. Pero me preocupa que los creadores de la mal llamada alarma social no dejen espacio para los análisis cuando muestran su justa indignación; me asusta más cuando el pánico o el malestar que siembran convierte todo lo gris en blanco y negro y se sustituye la búsqueda de causas, la investigación y la matización por la condena, la consigna y la exigencia de acciones radicales, inespecíficas. Por eso no me gusta hablar de “atajar” los problemas. No me gustan los atajos. Ni los tajos.
Tampoco me ha parecido muy propio dedicar parte de la tertulia a si había que denominar al fenómeno “violencia doméstica” o “violencia machista”. Porque no me parece sólo una cuestión de ponerle apellido a la violencia, al maltrato o al asesinato. Estos sucesos se tratan siempre como una enfermedad, y yo creo que es una equivocación. En mi –seguramente equivocada—opinión, los asesinatos que tienen que ver con las parejas son un síntoma de una enfermedad mucho más profunda.
Me parece que hay un cambio de posición de la mujer en todas las dimensiones de la vida. Y que muchos hombres se sienten amenazados por ese cambio de posición, en muchas ocasiones porque ellos no saben o no quieren saber dónde les toca estar a ellos ahora.
Muchos de los valores, de las tradiciones y de las pautas culturales que han regido la interacción y la presentación de las personas en su vida doméstica, laboral e, incluso, sexual, no se han vertebrado aún en modelos alternativos socializados, en epopeyas, relatos y valoraciones que propongan modelos a seguir coherentes y estructurados. Modelos en los que la virilidad del hombre no sea la posesión de la mujer, gritar más fuerte o ser más desfachatado que los demás, más grosero, más “poderoso”. En esto vamos todos un poco a tientas.
Y todo viene de que a los energúmenos no les hacemos frente de verdad. Al que se cuela en la cola, al que circula por el arcén en un atasco, al que mea en una pared, al que lleva la moto con escape libre a las tres de la madrugada, al que pone lavadoras a esa misma hora, al que pega al chaval que va con la camisa por dentro, al que presume de follar más que nadie porque las tías están pa’ eso, al que habla a gritos por el móvil en el tren –habitualmente para decir que va en el tren--, al que se pasa las señales por el forro, al que fuma en los ascensores, al que no te sujeta la puerta en el metro, al que busca las gafas junto al surtidor de gasolina cuando tiene detrás seis vehículos, al que no tiene preparado el dinero del peaje, al que se va de vacaciones dejando ladrar a su perro día y noche, al que le importa un carajo que su coche contamine, al que cree que “lavavajillas” es un bidé para personas con disfunción en el crecimiento, al que ve en su hijo la proyección de su estupidez o de los logros que no ha conseguido, al que cree que sólo existe él en el mundo... A ése le dejamos siempre hacer lo que le da la gana para no meternos en líos, no sea que acabemos en coma en un hospital por defender a alguien de una agresión o, peor, en un juicio.
Y ese es el problema de la violencia s-o-c-i-a-l del que muchas mujeres --y hombres: personas-- salen muertas o magulladas: vivir en una cultura de matones (y matonas: ojito) en la que los que no lo son, como hicieron los alemanes en los años 30, nos inhibimos, miran hacia otro lado y “se contiene”. Claro que muchas veces esos energúmenos somos nosotros mismos.
Y nadie tira piedras contra su propio tejado.
Vamos, digo yo.

P.S.: que conste que a mí me gustaría que la violencia contra las mujeres fuese un sencillo problema de género. Como me gustaría que la violencia terrorista fuese un problema político. Como me gustaría que el hambre y la enfermedad fuera un problema de alimentación o médico. Pero me temo que esos atajos no llevan a ningún sitio.

martes, 18 de noviembre de 2008

Los Frikis y la Verdad Incómoda.

Como ya dije, soy una especie de adicto al frikiprograma del presunto periodista Iker Jiménez. Se ha convertido en uno de los espacios de humor --desgraciadamente, porque esos asuntos se pueden y se deben tratar con seriedad y rigor-- más originales del panorama audiovisual. Bueno, también me colgué de GH9... Cada uno tiene lo suyo y de paso me sirvió para no volver nunca más el programa de la pobre Milá.
Pues bien, en la "nave del misterio" me encontré con que estaban hablando de los célebres "chemtrails". En un rincón, Jacob Petrus, estimable y estimado meteorólogo de la Cadena Ser hasta hace algún tiempo. Explicó parte de las causas --sólo las meteorológicas y una física-- por las que las estelas de las aeronaves adquierenformas distintas, se desplazan o se colorean, etc. Se olvidó de ofrecer una causa aerodinámica y térmica: las moléculas de agua en suspensión que chocan contra los vórtices de las alas se calientan bajo la presión. Cuando la humedad es alta, ese calentamiento las lleva a hervir, y así vemos estelas que no salen de los motores, sino de las alas. En muchos de mis vuelos he observado el curioso e intermitente fenómeno.
En el otro rincón estaba un sujeto --al menos alguien debería sujetarle-- denominado en el rótulo "Skywatcher", que, traducido al castellano, significa "alguien que tiene una enorme cantidad de tiempo libre para mirar p'arriba". Al parecer trabaja "de escalador" en edificios, lo que supongo que significa que limpia cristales. Esto no lo digo como desdoro de la profesión, arriesgada y nunca valorada, de quienes mantienen las fachadas. Lo apunto como elemento de juicio acerca de la cualificación del individuo, que empleaba palabros como "techo químico", "ola aeroquímica" o cosas por el estilo.
Sus pruebas, frente a los datos aportados por Petrus eran, por ejemplo, que había hablado con una señora de 70 años que nunca había tenido asma y ahora lo tiene. O que había hablado "con muchos farmacéuticos" y las alergias habían aumentado "desde que vengo observando el fenómeno", decía. Lleva un año, nada menos, observando "el fenómeno". Tampoco parecía haber estudiado en ningún grado en el que le explicasen que las partículas en suspensión de agua y hielo de las nubes pueden colorearlas con luces iridiscentes, debido a la difracción, fenómeno que viene descrito por primera vez en la Biblia, cuando lo de Noé. Pero ese libro parece que tampoco lo leyó. Dijo otra colección enorme de chorradas, pero como muestra, vale.
En fin, que empecé a medio apiadarme del pobre tipo, a valorar por su expresión si tenía algún rasgo discursivo psicótico cuando me acordé de ilustres frikis como él, ignaros, incultos y sin embargo invitados a hablar ante grandes audiencias.
Vaya, que me acordé de Rajoy y su primo, de Ánsar, de Aguirre, de su amigo americano, de la inefable Palin, a quien dios habla (House: "si hablas con dios, eres religioso. Si dios te habla, eres psicótico"), de los predicadores que dijeron que el Katrina era un castigo por el aborto o los matrimonios homosexuales, de los asnos que niegan la evolución, de los que aún claman contra el condón o del típico imbécil que todavía pregunta para qué se mandan naves espaciales al universo, pero que lo flipa viendo un tanque que cuesta lo que dos hospitales. Y es que, jopelines, entre la Milá, el Jiménez, la Faes y los skywatchers, te hacen tener la percepción de que estamos rodeados de gilipuertas. Y que además se les escucha. En mis tiempos se les daba un cate...
Vamos, digo yo.
P.S.: Con la cantidad de mierda que echamos al aire todos los días, y nos distraemos viendo pasar aviones. Eso lo hacía yo con un amigo en la facultad. Si lo sé hubiera puesto en mi tarjeta Skywatcher de la Faes. Ahora, seguro que no estaba en el paro.

lunes, 10 de noviembre de 2008

La Verdad, en la Televisión Basura.

Un analista militar, ex-miembro de los servicios de inteligencia de las FFAA, dice que Occidente está perdiendo la guerra porque ha dejado de ser Occidente. Occidente ya no defiende sus valores: democracia, libertad de tránsito, igualdad de las mujeres y los hombres, laicidad del Estado y de la política, reparto igualitario de la riqueza, solidaridad (cuidado: los valores de izquierda son occidentales)...
Este ex-soldado recuerda que cuando Alemania estaba machacando Inglaterra con bombas su líder prometió a sus conciudadanos “sangre, sudor y lágrimas”. La lucha de Occcidente sobre sí mismo y sus demonios costó millones de vidas, pero combatió por su identidad y venció. Ahora, Occidente, según él, se rendirá, porque nadie está dispuesto a combatir y porque ha renunciado a sus creencias más profundas. La guerra contra el fundamentalismo religioso (de todos los credos), contra esos líderes multimillonarios que mandan a mujeres y jóvenes con un cinturón de granadas a suicidarse en el metro, o en un autobús, o en un avión la hemos perdido gracias a nuestra renuncia, a cambiar una falsa sensación de seguridad por nuestros valores democráticos: Guantánamo, el espionaje electrónico indiscriminado, la doctrina de la guerra preventiva, la deslocalización, la codicia como valor financiero supremo. Ese es el principio de nuestra rendición.
Poco antes, estuve escuchando a unos cuantos abuelitos veteranos de la Batalla de Guadalajara. Viejos combatientes que habían dado –y perdido—todo defendiendo la República legítima. La aviación, en aquélla batalla estaba liderada por Hidalgo de Cisneros, un aristócrata que no era fascista. Que creía en la República y llevó su “chato” contra los facciosos rebeldes que tuvieron la desfachatez de decirse “nacionales” y “cruzados” y contra sus aliados italianos.
¿Qué líder nos muestra ahora el combate que se avecina y nos convoca a la lucha para defendernos de los que quieren volver a las hogueras, a las mujeres encerradas, a los sistemas de opresión teocrática? ¿Qué líder nos recuerda que nuestra libertad es más valiosa que nuestra seguridad, que no podemos dejar a nuestros hijos un mundo esquilmado por los cuervos del capitalismo o los que aún prometen un cielo y un infierno? ¿Quién está dispuesto a combatir en la guerra que ya ha estallado? ¿Qué abuelos vivirán para vernos claudicar y mirar a otro lado hasta que nos borren con una bomba de destrucción masiva o nos encarcelen por pensar diferente?
El programa en el que escuché la intervención del ex-soldado: Cuarto Milenio. Los estúpidos que le acompañaban creyeron que estaba defendiendo precisamente que las democracias abandonaran su “permisividad”. En fin. Eso me pasa por ver programas de friki. Pero si no lo hubiera visto, me habría perdido a alguien que dice la verdad.
Vamos, digo yo.

P.S.: ¡Oh, sorpresa!¡Oh, conmoción! Dos soldados han muerto en Afganistán. Igual un día de estos un poli muere en un tiroteo o un bombero en un incendio. O un niño se pelea con otro en el colegio. No sé dónde vamos a llegar, no sé.

sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Crisis? ¿Qué crisis?

Sábado por la mañana.
Mientras una escuela en Haiti se lleva por delante a más de 20 niños --hasta la hora en que escribo esto--, en Congo sigue la lucha por el control de los territorios mineros con la presión de Rwanda sobre la pobre República que es nuestra vergüenza.
Ni la ONU ni ninguna de las sangrientas potencias que decidieron que había países allí donde había materias primas han conseguido todavía establecer un corredor humanitario en la zona. En la misma zona de siempre, donde en el último mes ya ha habido un movimiento de "desplazados", es decir: gente que huye, que se queda sin nada, que es perseguida y vive con la muerte en su nuca, que diversas fuentes cifran entre el millón y los dos millones de personas. Quiero recalcar la palabra personas. En una aldea, cercana a la frontera, han encontrado más de 20 cadáveres, de personas. Pero no se sabe la magnitud de la masacre: ni enviados ni cooperantes han logrado reunir el valor o la oportunidad de acceder a todas las casas de la aldea. Como en otras ocasiones, escucharemos dentro de un tiempo que a las madres les quitaron los hijos del pecho para estrellarlos contra una pared, para después violarlas, desmembrarlas delante de sus maridos y después asesinar a éstos, o convertirlos en mineros esclavos. Quizá incluso los perpetradores sean críos de 12 ó 13 años. No es difícil predecirlo. Ya ha sucedido, y sucede. Y sucederá.
Sábado por la mañana.
El País, edición digital. Portada (aparte de Obama):
"Diamantes sobre modelos de plástico"
"Marc y Calderón, discretos"
"Un museo submarino"
"Sol, playa, paella y... geriátricos"
Vale: no podemos hacer nada, porque no vamos a renunciar a nuestro teléfono móvil, ni a los anillos de pedida. Vale: no podemos hacer nada porque los poderosos son eso: poderosos. Vale: el mal en África es estructural. Pero al menos podrían informar de lo que pasa en ese sitio que la inefable Palin creía un país y no un continente.
Porque así, por lo menos, nos daría vergüenza. Aunque fuera sólo un poquito.
Vamos, digo yo.
P.S.: Cuando los de las chaquetas con coderas, gesto adusto y voz meliflua critiquen al cine de Hollywood, recordémosles Diamante de Sangre, o El Último Rey de Escocia,... entre muchas otras. Aquí, por ejemplo, podemos ver una bonita película sobre los años del destape. O leer en El País digital las maravillas de los museos submarinos que México ha puesto a disposición de los turistas que aún pueden llegar allí.
Y ya que estamos, recomiendo la lectura de la novela de LeCarré: "La Canción de los Misioneros".

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El muelle, las magnitudes y el escalofrío.

Qué sueño...

Tengo que empezar por decir que soy de muelle flojo, como saben mis amigos y aprecian mi mujer y mis amigas. Así que cuando ví anoche llorar al Reverendo Jesse Jackson y a muchas personas negras –pero también de muchos otros colores-- con lagrimones como puños en Grant Park casi lloro yo también. A mi pesar, como me ocurre con en el final de Love Actually, pero con el moco colgando. La noche de ayer tiene una potencia simbólica, semiológica, tan descomunal como innegable. El senador Obama fue consciente de ello y lo asumió como una primera corona de la tiara de su entronización. Hay muchos estadounidenses que se sienten despertando de una pesadilla espantosa. Del resto del mundo, ni hablamos. El trío de las Azores, definición más apropiada para boleristas itinerantes, fue vencido ayer por un as de intangibles.

En segundo lugar, me alegro de haber sido tan pesimista antes de las elecciones. Al final, Missouri (no Massachussets, como escribí por error) casi da la sorpresa. Pero las victorias de alto calado simbólico en Indiana y parece que en Virginia y Carolina del Norte acabaron con el pobre héroe vencido que tan elegante y rápidamente entregó la cuchara con su exótica y carpetovetónica partenaire creacionista. Y digo que me alegro no sólo porque disfruté el doble de la derrota de los neo-con y los faescistas (que presumo momentánea), sino porque realmente la bolsa de estupidez parece tener un tamaño relativo menor del esperado. Y que el grano GWB que McCain llevaba en la espalda era demasiado grande para ser extirpado o escondido. De hecho, cuando ví que el PP en bloque empezaba a hablar bien de Obama, ya di mi pesimismo por refutado. La inercia de la derecha española, que tiene el reflejo de sacar la lengua en cuanto ve el trasero gringo –Josep Piqué debe estar todavía en sesiones de fisioterapia--, confirmaba mis mejores esperanzas.

Cuidado: sigo pensando que antes que Obama, Obama será Emperador, y que el guión, el papel y el escenario son los que son. Y que va a ser el presidente que se enfrente al peor mundo posible desde Roosevelt. Y que hasta ahora Obama ha vivido en el mundo de la abstracción, de los valores que repitió ayer ante las lágrimas demócratas. Y que cuenta con suceder al peor presidente de la historia de los EEUU que, además, deja la casa como te deja el coche tu cuñado, por seguir con los estereotipos. Pero qué quieren: ver al Presidente del Tribunal Supremo tomar juramento a un hijo de keniano y pronunciar el segundo nombre del Presidente Electo, Hussein, va a ser un regalo de reyes con dos semanas de retraso. Aunque sólo sea por estética.

La magnitud de la victoria, no obstante, tiene claroscuros. Algunos chuscos, como la victoria republicana en Louisiana, donde todavía se ven las cicatrices de un Katrina que dio el primer beso de la muerte a GW. La insistencia del corredor de los tornados en votar republicano, como en seguir haciendo las casas de madera y sin cimientos, me recordó a la victoria popular en los pueblos afectados por el Prestige. Otros son más serios. Como dijo Checa –asesor electoral especialista en sondeos del equipo de Bill Clinton, entre otros-- en Cuatro, hay que ver si realmente la victoria de Obama va a determinar la dirección unitaria del Partido Demócrata y su lugar en el espectro político o si ha sido una victoria táctica, insuficiente para cerrar según qué heridas abiertas por unas primarias hemorrágicas que ponían una sombra anticipada sobre la idoneidad del candidato electo.

También hay que esperar a ver cómo queda definitivamente la mayoría demócrata en el Senado –parece que la del Congreso está más que apuntalada—para que las iniciativas del Podemos (Yes, we can para los del plan nuevo) no se conviertan en Casi, casi. Citando una frase de Air Force One, si no puede evitar los bloqueos del Senado Obama tendrá el mismo poder que la Reina de Inglaterra. Por cierto, que me sorprendió que un tipo tan potente como Gabilondo no diera mucha importancia a esta elección como sí lo hacían otras cadenas españolas y no digamos las estadounidenses. Y eso que Iñaki estuvo, a pesar de la hora, tan fino como para sugerir, con razón, que el capital simbólico y de esperanza que ha llevado a Obama a la Casa Blanca (ojito a la ironía del oximoron) es de tal magnitud que el Presidente Electo no va a poder sino defraudar.

Luego están los escalofríos. Nadie adelantaba una israelita –sondeo a la salida de los colegios--, nadie daba un pronóstico. Estoy seguro de que todavía se recelaba de algún pucherazo modelo Ohio 2004 o Florida 2000. Aún se pensaba que los Cheneys, los Rumsfeld y sus diablillos tenían algún as en la manga. Todo el mundo estaba contenido, a pesar de que en la fiesta republicana se cantaba country pero no se daban datos a los asistentes –los fachosos siguen sin darse cuenta de que hay móviles, internet,...--, y ningún analista se mojó hasta que cayó Pennsilvania, llamada jocosamente, por algún analista demócrata en la Fox, El Álamo de las esperanzas de McCain. Quizá también por eso el estallido de Grant Park fue más explosivo. Pero todos esos miedos estuvieron ahí, como una nube, hasta casi las cinco de la mañana, hora de aquí.

Finalmente, otra experiencia personal. Cuando González cabalgó la marea del 28 de octubre del 82 en España, con sensaciones –a escala—parecidas a las de anoche, dijo una frase que a mí me heló el espinazo con un escalofrío: “gobernaré para todos los españoles”. Ayer, Obama dijo la misma frase, cambiando la nacionalidad de sus gobernados, como es natural. ¿Por qué es siempre la no-derecha (decir que González u Obama son izquierda es una hipérbole descomunal e injusta) la que dice eso? Primero, se da por supuesto. Segundo, cuando los otros suben al poder gobiernan para y por los suyos. Demonios, gobernad para nosotros aunque sea por una vez y los otros que aguanten o se adapten o se resignen, como hemos aguantado santamente los demás al trío de estúpidos más infausto de la historia reciente. Al menos, por favor, gobierne un poquito más para nosotros.

Vamos, digo yo.

Reciba un cordial saludo de su esperanzado súbdito.

P.S.: No puedo resistir mencionar a ese pedazo de política y luchadora que es Hillary Clinton, con botox y todo. Se ha dejado las cejas y más cosas para que su candidato ganase estas elecciones, suturando la tentación revanchista o diletante que arruinó a otros candidatos en el pasado y que ha hecho padecer a los demócratas una enfermedad que aún no ha sido sanada.

P.S. 2: Ojalá hubiéramos escuchado un discurso como el de McCain, el viejo soldado torturado, vencido y bajito, después de algunas elecciones en nuestra pobre provincia imperial. Pero de donde no hay no se puede sacar. Por cierto: ningún veterano de guerra ha ganado unas elecciones presidenciales desde Ike.
P.S.3 (o wii, me da igual): Es esperanzador pensar que esta elección, como decían los analistas de ambos partidos anoche, puede cerrar para siempre la cuestión racial, la historia infame que aún pende en el recuerdo de los extraños frutos del sur. Pero sólo esperanzador. Veremos.

sábado, 1 de noviembre de 2008

El Margen de Obama y el Factor Palin.

Primero, para los cretinos políticamente correctos de ambos géneros que sin duda no leen este blog, debo hacer constar que escribo en un país que ha tenido como alcalde a Jesús Gil y Gil, que tiene como presidenta de una Comunidad Autónoma a Esperanza Aguirre y cuyo partido en el Gobierno, sedicente socialista, acaba de salir a defender a una reina a la que no debería reconocer más allá de un instrumento suficiente pero no necesario de su propia claudicación en aras de una democracia burguesa, pactada y deudora de los agentes financieros.
Dicho esto, sigo perplejo por la manera en que los medios demócratas estadounidenses y la mayoría de los europeos de muchos colores creen firmemente en una victoria del senador Obama el próximo martes de dolores electorales.
Hay motivos técnicos para sospechar que el margen que se da al Senador es más amplio de lo que finalmente será:
1. Que el margen de error de las encuestas tracker (para los del plan nuevo: encuestas constantes, casi cada doce horas) es superior a lo normal: entre 5 y 6 puntos. Eso, en márgenes de ventaja demócrata que oscilan entre el 7 y el 11, es casi como decir "empate".
2. Que una cosa es el voto popular y otra los votos electorales. Estados como California, Ohio y algún tapado del noroeste --temo sorpresas en Massachussets, por ejemplo-- pueden ser determinantes. No digamos el coto bushiano de Florida. Por si alguien lo ha olvidado, Al Gore ganó a G.W. Bush por más de 500.000 votos populares. Y es que, como pasa en España y en muchos lugares, lo de "un hombre (o mujer), un voto" es como "si eres bueno irás al cielo".
3. Que en esta campaña no ha habido "momentum", tendencia. Ni picos ni valles, ni una subida continuada de Obama ni un despeñarse de McCain, ni viceversa. En este tipo de campàñas de encefalograma plano, lo habitual es que los márgenes se estrechen incluso hasta hacer que, como en 2.000, una cantidad ridícula de votos pueda inclinar la balanza en uno u otro sentido. Sentido habitualmente favorecido por ciertas empresas hacia la ultraderecha.

Por otra parte, hay algunas cosas que no tienen que ver con la técnica, y sí con lo que en asesoría política algunos --ya no ejerzo, pero esto es como un sacerdocio-- llamamos "olorcillo". Y hay cosas que huelen a McCain.
1. Ví a McCain en Saturday Night Live haciendo el payaso y lo hizo como nadie. Y la tendencia de los electores de todo el mundo a elegir payasos en la última década y media es extraordinariamente notable.
2. Ni una sóla vez he visto a McCain dejar de ser él mismo, abandonar el ideario republicano de menos impuestos=más riqueza para los que saben y pueden crear riqueza; ni abandonar el ideal imperial de la conquista guerrera, de la que él es heredero e imagen viva (que sea veterano de una guerra que perdió parece irrelevante incluso para sus adversarios); ni ha invadido el terreno de las petroleras, de las empresas de seguridad, de armas o farmacéuticas. Es lo que es y lo dice, incluso poniéndose sobre alzas sobre un atril: eso ya no cuesta votos.
3. Por encima de todo, los esperanzados obamistas creen que McCain cometió un error al fichar a la Gobernadora Palin como compañera de papeleta. Y este es el punto más importante: Sarah Palin es el exponente más claro y meridiano de la esencia de los valores, de la imagen colectiva, del imaginario estadounidense. Y no me refiero a los pocos y cultos estadounidenses que viven en las dos costas ricas sabiéndo qué ocurre en el mundo y dónde localizar su país en un mapamundi. Me refiero al 80% de estadounidenses que viven en un medio rural, con un sistema de estudios prácticamente nulo, con un nivel cultural que haría avergonzarse a un repetidor de primaria. Esos que se arman hasta los dientes, que beben hasta caerse, que creen en un dios de venganza y que cualquier extranjero es un terrorista. Los que dicen que el cambio climático es una chorrada liberal que pone en peligro sus coches de doce cilindros.
Sarah Palin cree que la Evolución --cuidado, que aquí todavía leo "teoría de la Evolución", cuando resulta que es un hecho-- es un cuento liberal. Que la gente tiene derecho a abrasar a tiros para defenderse de lo que sea que cree que le amenaza. Que los bosques de Alaska son menos importantes que la energía para mantener los silos nucleares y los todoterrenos de las soccer moms... Y así. Sarah Palin es, sencillamente, lo que ahora son los Estados Unidos. Es exactamente lo que necesita un extraño republicano como McCain para decir: "eh, que somos nosotros, ¡votadnos!". Por más que le duela al sofisticado y erudito editorialista del NYT.

Por otra parte, al final ¿qué más da? Cualquiera de los dos será emperador de una Roma decadente, cuyo liderazgo moral se ha perdido. Un emperador a quien gobernarán las provincias díscolas. Un emperador a la defensiva. Y en plena crisis. Si yo fuera cualquiera de los dos leería la biografía de Antonino Pío.

En fin, nos veremos el miércoles. Y creeremos que uno de los dos ha ganado. Y creeremos, como en la obrita de Brecht, que es el Presidente de los Estados Unidos.

Vamos, digo yo.