Ahora, veamos:
Si el Lehendakari de la Enterprise quiere gobernar por el hecho de ser la formación más votada, lo puede hacer, pero sabiendo que sus pactos tendrán un coste interno y externo muy alto y en facetas que el tripartito desconocía. Igualito pactar con IU-EB que con Aralar. Marrón.
Si López quiere ser Lehendakari en lugar del Lehendakari –sueño dorado del PSE—tendrá que pactar con el PP, lo que tiene una mala explicación en el resto del Estado, en el que la gente todavía cree que unos representan a la izquierda y los otros a la derecha. Además, un pacto por el sillón PSE-PP (la invitación a EB será elegantemente rechazada si mis amigos de allá siguen siendo como eran) se levantarán en el paranoico mundo nacionalista los sentimientos de “otra vez los españoles” o, como se nos llama ahora, “constitucionalistas”. El fantasma del frentismo, digan lo que digan unos y otros, está ahí. Marrón.
En mi más que humilde opinión todo viene de la distorsión del panorama político vasco, determinado ab origine por el mal llamado problema del “entorno” próximo a ETA y su exclusión del ámbito electoral. La malhadada Ley de Partidos, fruto del totalitarismo del PP de Aznar, de la desconfianza que siente la derecha (PP y PSOE) respecto de la fortaleza de la democracia para protegerse a sí misma e imponerse a las soluciones violentas y de una especie de venganza del amigo de G.W. porque ETA no le permitió ser “el hombre que acabó con el terrorismo” –de ahí que no permitiera después el diálogo iniciado por el primer Gobierno Zapatero—es la que hace que las soluciones de gobierno en Vitoria-Gasteiz sean pastiches, suturas y cambalaches.
Me explico:
1. Va contra cualquier lógica querer que el independentismo se sume al juego democrático expulsando a sus votantes y a sus representantes de dicho juego. La Ley de Partidos refuerza y legitima la resistencia antisistema, en la medida en que expulsa de éste nada menos que a ciento cincuenta mil votantes.
2. Es imposible ofrecer una salida política a la lucha armada desde la prohibición de participar en la decisión política. Creer que todos los independentistas están de acuerdo con el tiro en la nuca es como creer que los católicos del PP están contra el divorcio.
3. Jamás habrá, en estas condiciones, un sujeto político legitimado para mediar en el conflicto armado, lo que hace de éste algo irresoluble por definición. Sin el puente que representó, por ejemplo, el Sinn Féin la paz en Irlanda hubiera sido imposible, como el fin del Apartheid –con todas sus dificultades—hubiera sido imposible sin el espíritu mediador y pacifista de Mandela. Si su movimiento hubiera estado proscrito la negociación hubiera sido imposible por falta de interlocutor.
4. El agravio comparativo entre el trato que se dispensa a los abertzales que no condenan el uso de las armas y el que se destina hacia partidos de carácter falangista, fascista, nacional-socialista, etc. es notorio. Tanto, que hace sospechar a los extremistas abertzales si la Ley de Partidos sólo tiene aplicabilidad contra ellos y, por tanto, contra el País Vasco.
5. Es cierto que Las diversas formaciones pseudo-lideradas por el pobre Otegui no son el Sinn Féin, en la medida en que aquéllas no tienen el poder político ni de liderazgo sobre ETA que sí tenía éste sobre el IRA. Incluso aunque no fuera verdad que Otegui era el guiñol de ETA lo parecía. Pero para deslegitimar a Otegui y al mal llamado brazo político de ETA el poder tenía medios sobrados sin recurrir a la proscripción del voto libre y secreto.
6. Es incomprensible que cualquier político español de cualquier tendencia entienda perfectamente que la solución para cualquier conflicto armado o potencialmente armado pase por la negociación política y la inclusión de los violentos en las instituciones y no aplique lo mismo en Euskadi. Lo que vale para Palestina, Irán, Corea,... ¿no vale para ese rinconcito de Europa? Y créanme: ETA no es Hamás. Y para miles de vascos la lucha de ETA contra España es tan legítima como la de Hamás contra el Estado de Israel. Esto puede fastidiar, pero es un hecho que no se soluciona negando la existencia política de esos miles de personas. Y tiene que entrar en la cabeza de quien quiera tomarse la molestia de acabar con el problema.
En el fondo, creo que a los grandes partidos y al mal llamado “entorno” ETA les viene de miedo. A unos les ha supuesto una continuidad ininterrumpida en el poder durante más de una generación. A otros, como moneda de cambio para presentarse como los auténticos garantes de la identidad nacional y de la estabilidad de las instituciones. A los últimos, para seguir matando o justificando asesinatos tan políticamente relevantes como el de un empleado de peajes. Luego querrán hacerme creer que estos se cargaron a Carrero. Amos anda.
Yo creo que, en el fondo, todo el mundo está tan contento. Excepto los que notamos esa herida democrática que no para de sangrar.
Nota: por más que se quiera evitar llamar “conflicto armado” a lo que hay, lo es. Porque hay dos bandos y ambos utilizan las armas. Y otra cosa: espero que caiga todo el peso de la ley sobre los presuntos torturadores de los presuntos responsables del atentado de la T-4. Es lo que faltaba. Que Zapatero herede las formas que llevaron a González al desastre. Porque Zapatero ya sólo es sus formas...
jueves, 5 de marzo de 2009
El Laberinto Vasco y la Democracia.
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