Es notable lo mucho que manejan los analistas políticos y periodísticos (a menudo hibridados en un solo ente que habla despacio y con voz engolada) números e indicios sobre los resultaods electorales sin dar un sólo contenido sencillo, elegante y que explique lo que sucede de manera que se corresponde lo que ocurre con los electores. Creo que es precisamente porque la dictadura del número impide a los investigadores políticos poner la oreja entre los electores y darse cuenta de que el mundo de la estadística sólo muestra los síntomas, no las disfunciones. Como los termómetros, te dicen que tienes fiebre, pero no hay manera de saber de dónde procede la infección mirando solo la línea graduada. Hay otras maneras de analizar las cosas que pasan en una urna.
Por ejemplo:
1. Es un error periodístico y político –especialmente en campaña-- pensar que un personaje como Baltar puede ser atacado afeándole sus insultos personales, sus calificativos, como “maricón”, “maltratador”, etcétera. Porque el público que le escucha y le ríe la gracia habla así, piensa así de su vecino o de su cuñado, desprecia a los diferentes, suele ser xenófobo y fascista de cuore. Así que el exabrupto y el desprecio da votos, entendámoslo de una vez por todas; afear su conducta no, porque coloca a quien lo hace en una posición chillona y ridícula. El único contraataque posible es hablar, por fin, de los muy virtuosos políticos del PP a los que se rescata de un burdel extranjero, que viajan a una toma de posesión con su joven efebo después de clamar contra las bodas homosexuales, de los que no respetan ni un sólo mandamiento mientras acuden a la misa de domingo, etc. Se ha hablado poquísimo del corsé de Pedro Jota, y es uno de los episodios que en democracias avanzadas hubieran acabado con la credibilidad y el poder oculto de cualquier director de un medio de prop... de comunicación.
2. La clave del discurso de la ultraderecha (en España la única derecha moderada es la del partido que ahora nos medio gobierna) siempre ha sido la victimización y el mostrarse acosada por oscuras conspiraciones. Mientras enviaban a millones de personas diferentes (no sólo a los judíos, sino a los homosexuales, a los gitanos, a los comunistas, a las lesbianas, etc.) a una muerte seriada, eficaz, genocida, Hitler y Goebbels se mostraban a sí mismos y a Alemania víctimas de un acoso de oscuras fuerzas, que querían acabar con la inmaculada pureza y las buenas intenciones de paz y prosperidad de su Alemania. Franco empleó literalmente el mismo discurso: recordemos la conspiración judeo-masónica, el contubernio de Munich, la eterna soledad del Imperio frente a las potencias liberales, y un largo etcétera de paranoias legitimadoras. Sus herederos naturales son ahora víctimas de una persecución judicial en connivencia con el poder totalitario de la izquierda, haciendo que unos gestores liberales, serios y comprometidos sean sospechosos de haber puesto el cazo. Antes, la conspiración del 11 de Marzo, en la que un gobierno que batió todos los records de la desfachatez, de la mentira y del insulto a la inteligencia ciudadana se presentó como víctima inocente de una toma de poder oscuramente pactada con los enemigos de la democracia y del Estado. Siempre hacen lo mismo. Y siempre pican.
3. La izquierda siempre está en inferioridad respecto del juicio público precisamente porque tiene –y se le admite—la superioridad ética. Que roben los caciques y los de toda la vida, vale. Pero cuando roba la izquierda es imperdonable. Porque además lo hace peor, con la imagen chapucera del advenedizo, del que de pronto lleva anillos de oro, o se sube al yate, o lo que sea. Pues para eso, que roben los de siempre, que al menos no van dando lecciones. Entre eso y que el Gobierno de Galicia o no hacía nada o de lo que hacía no se enteraba nadie, porque no se publicitaba, pues ya tenemos un resultado.
4. En el país Vasco todo lo que no se lea en clave de independencia/no independencia no hay manera de entenderlo. Dejo para otro momento lo mal que me sienta escuchar juntas en una frase “izquierda” y “abertzale”. Recomiendo la lectura paralela de Sabino Arana y Adolf Hitler para abrir boca. Si no fuera porque sé que es imposible, para mí que se corregían los textos el uno al otro y quedaban de vez en cuando.
5. La izquierda no tiene sentido del humor. No son capaces de conectar con el cachondeo, con la rabia, con las vísceras de los electores, y menos este Partido Socialista que se la coge con papel de fumar y con esta Izquierda Unida, que... bueno, ya sabéis. Recuerdo que en las elecciones Andaluzas del 98 el punto de apoyo fundamental de la candidatura de Cháves era la reivindicación del censo y la dotación correspondiente del Fondo de Compensación para Andalucía, a la que el gobierno de Aznar se negaba, evidentemente. El muñeco del guiñol de Cháves repetía continuamente “¡Quiero mis minolles!”. Yo propuse hacer camisetas para que en los actos públicos y en los mítines los partidarios llevasen en ellas esa frase: “¡Yo también quiero mis minolles!”, haciendo que el chiste y la caricatura fueran un elemento a favor de la campaña y, de paso, que la guasa fuera una aliada. Mis compañeros de asesoría me dijeron que estaba loco, que no era serio,... Cuando, a dos días de las elecciones, mencioné la idea a la gente de Chaves tomando unos pinchitos se llevaron las manos a la cabeza: a Chaves le hubiera encantado y a ellos también. Pero...
Continuará. Esta vez profetizaré sobre las europeas.
Por ejemplo:
1. Es un error periodístico y político –especialmente en campaña-- pensar que un personaje como Baltar puede ser atacado afeándole sus insultos personales, sus calificativos, como “maricón”, “maltratador”, etcétera. Porque el público que le escucha y le ríe la gracia habla así, piensa así de su vecino o de su cuñado, desprecia a los diferentes, suele ser xenófobo y fascista de cuore. Así que el exabrupto y el desprecio da votos, entendámoslo de una vez por todas; afear su conducta no, porque coloca a quien lo hace en una posición chillona y ridícula. El único contraataque posible es hablar, por fin, de los muy virtuosos políticos del PP a los que se rescata de un burdel extranjero, que viajan a una toma de posesión con su joven efebo después de clamar contra las bodas homosexuales, de los que no respetan ni un sólo mandamiento mientras acuden a la misa de domingo, etc. Se ha hablado poquísimo del corsé de Pedro Jota, y es uno de los episodios que en democracias avanzadas hubieran acabado con la credibilidad y el poder oculto de cualquier director de un medio de prop... de comunicación.
2. La clave del discurso de la ultraderecha (en España la única derecha moderada es la del partido que ahora nos medio gobierna) siempre ha sido la victimización y el mostrarse acosada por oscuras conspiraciones. Mientras enviaban a millones de personas diferentes (no sólo a los judíos, sino a los homosexuales, a los gitanos, a los comunistas, a las lesbianas, etc.) a una muerte seriada, eficaz, genocida, Hitler y Goebbels se mostraban a sí mismos y a Alemania víctimas de un acoso de oscuras fuerzas, que querían acabar con la inmaculada pureza y las buenas intenciones de paz y prosperidad de su Alemania. Franco empleó literalmente el mismo discurso: recordemos la conspiración judeo-masónica, el contubernio de Munich, la eterna soledad del Imperio frente a las potencias liberales, y un largo etcétera de paranoias legitimadoras. Sus herederos naturales son ahora víctimas de una persecución judicial en connivencia con el poder totalitario de la izquierda, haciendo que unos gestores liberales, serios y comprometidos sean sospechosos de haber puesto el cazo. Antes, la conspiración del 11 de Marzo, en la que un gobierno que batió todos los records de la desfachatez, de la mentira y del insulto a la inteligencia ciudadana se presentó como víctima inocente de una toma de poder oscuramente pactada con los enemigos de la democracia y del Estado. Siempre hacen lo mismo. Y siempre pican.
3. La izquierda siempre está en inferioridad respecto del juicio público precisamente porque tiene –y se le admite—la superioridad ética. Que roben los caciques y los de toda la vida, vale. Pero cuando roba la izquierda es imperdonable. Porque además lo hace peor, con la imagen chapucera del advenedizo, del que de pronto lleva anillos de oro, o se sube al yate, o lo que sea. Pues para eso, que roben los de siempre, que al menos no van dando lecciones. Entre eso y que el Gobierno de Galicia o no hacía nada o de lo que hacía no se enteraba nadie, porque no se publicitaba, pues ya tenemos un resultado.
4. En el país Vasco todo lo que no se lea en clave de independencia/no independencia no hay manera de entenderlo. Dejo para otro momento lo mal que me sienta escuchar juntas en una frase “izquierda” y “abertzale”. Recomiendo la lectura paralela de Sabino Arana y Adolf Hitler para abrir boca. Si no fuera porque sé que es imposible, para mí que se corregían los textos el uno al otro y quedaban de vez en cuando.
5. La izquierda no tiene sentido del humor. No son capaces de conectar con el cachondeo, con la rabia, con las vísceras de los electores, y menos este Partido Socialista que se la coge con papel de fumar y con esta Izquierda Unida, que... bueno, ya sabéis. Recuerdo que en las elecciones Andaluzas del 98 el punto de apoyo fundamental de la candidatura de Cháves era la reivindicación del censo y la dotación correspondiente del Fondo de Compensación para Andalucía, a la que el gobierno de Aznar se negaba, evidentemente. El muñeco del guiñol de Cháves repetía continuamente “¡Quiero mis minolles!”. Yo propuse hacer camisetas para que en los actos públicos y en los mítines los partidarios llevasen en ellas esa frase: “¡Yo también quiero mis minolles!”, haciendo que el chiste y la caricatura fueran un elemento a favor de la campaña y, de paso, que la guasa fuera una aliada. Mis compañeros de asesoría me dijeron que estaba loco, que no era serio,... Cuando, a dos días de las elecciones, mencioné la idea a la gente de Chaves tomando unos pinchitos se llevaron las manos a la cabeza: a Chaves le hubiera encantado y a ellos también. Pero...
Continuará. Esta vez profetizaré sobre las europeas.
Nota: para los que estéis pendientes de “Las Fábricas de Asnos” os diré que mi hijo mencionó que las tres grandes pirámides de Gizah parecen reproducir exactamente el alineamiento de estrellas de la constelación de Orión (Osiris para los egipcios). Una compañera preguntó “¿Y qué es el cinturón de Orión?” Respuesta de la profesora: “Un templo, me imagino”. Échale hilo a la cometa. No ha visto (mucho menos leído, supongo, la novela de origen) Blade Runner.
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