Un analista militar, ex-miembro de los servicios de inteligencia de las FFAA, dice que Occidente está perdiendo la guerra porque ha dejado de ser Occidente. Occidente ya no defiende sus valores: democracia, libertad de tránsito, igualdad de las mujeres y los hombres, laicidad del Estado y de la política, reparto igualitario de la riqueza, solidaridad (cuidado: los valores de izquierda son occidentales)...
Este ex-soldado recuerda que cuando Alemania estaba machacando Inglaterra con bombas su líder prometió a sus conciudadanos “sangre, sudor y lágrimas”. La lucha de Occcidente sobre sí mismo y sus demonios costó millones de vidas, pero combatió por su identidad y venció. Ahora, Occidente, según él, se rendirá, porque nadie está dispuesto a combatir y porque ha renunciado a sus creencias más profundas. La guerra contra el fundamentalismo religioso (de todos los credos), contra esos líderes multimillonarios que mandan a mujeres y jóvenes con un cinturón de granadas a suicidarse en el metro, o en un autobús, o en un avión la hemos perdido gracias a nuestra renuncia, a cambiar una falsa sensación de seguridad por nuestros valores democráticos: Guantánamo, el espionaje electrónico indiscriminado, la doctrina de la guerra preventiva, la deslocalización, la codicia como valor financiero supremo. Ese es el principio de nuestra rendición.
Poco antes, estuve escuchando a unos cuantos abuelitos veteranos de la Batalla de Guadalajara. Viejos combatientes que habían dado –y perdido—todo defendiendo la República legítima. La aviación, en aquélla batalla estaba liderada por Hidalgo de Cisneros, un aristócrata que no era fascista. Que creía en la República y llevó su “chato” contra los facciosos rebeldes que tuvieron la desfachatez de decirse “nacionales” y “cruzados” y contra sus aliados italianos.
¿Qué líder nos muestra ahora el combate que se avecina y nos convoca a la lucha para defendernos de los que quieren volver a las hogueras, a las mujeres encerradas, a los sistemas de opresión teocrática? ¿Qué líder nos recuerda que nuestra libertad es más valiosa que nuestra seguridad, que no podemos dejar a nuestros hijos un mundo esquilmado por los cuervos del capitalismo o los que aún prometen un cielo y un infierno? ¿Quién está dispuesto a combatir en la guerra que ya ha estallado? ¿Qué abuelos vivirán para vernos claudicar y mirar a otro lado hasta que nos borren con una bomba de destrucción masiva o nos encarcelen por pensar diferente?
El programa en el que escuché la intervención del ex-soldado: Cuarto Milenio. Los estúpidos que le acompañaban creyeron que estaba defendiendo precisamente que las democracias abandonaran su “permisividad”. En fin. Eso me pasa por ver programas de friki. Pero si no lo hubiera visto, me habría perdido a alguien que dice la verdad.
Vamos, digo yo.
Poco antes, estuve escuchando a unos cuantos abuelitos veteranos de la Batalla de Guadalajara. Viejos combatientes que habían dado –y perdido—todo defendiendo la República legítima. La aviación, en aquélla batalla estaba liderada por Hidalgo de Cisneros, un aristócrata que no era fascista. Que creía en la República y llevó su “chato” contra los facciosos rebeldes que tuvieron la desfachatez de decirse “nacionales” y “cruzados” y contra sus aliados italianos.
¿Qué líder nos muestra ahora el combate que se avecina y nos convoca a la lucha para defendernos de los que quieren volver a las hogueras, a las mujeres encerradas, a los sistemas de opresión teocrática? ¿Qué líder nos recuerda que nuestra libertad es más valiosa que nuestra seguridad, que no podemos dejar a nuestros hijos un mundo esquilmado por los cuervos del capitalismo o los que aún prometen un cielo y un infierno? ¿Quién está dispuesto a combatir en la guerra que ya ha estallado? ¿Qué abuelos vivirán para vernos claudicar y mirar a otro lado hasta que nos borren con una bomba de destrucción masiva o nos encarcelen por pensar diferente?
El programa en el que escuché la intervención del ex-soldado: Cuarto Milenio. Los estúpidos que le acompañaban creyeron que estaba defendiendo precisamente que las democracias abandonaran su “permisividad”. En fin. Eso me pasa por ver programas de friki. Pero si no lo hubiera visto, me habría perdido a alguien que dice la verdad.
Vamos, digo yo.
P.S.: ¡Oh, sorpresa!¡Oh, conmoción! Dos soldados han muerto en Afganistán. Igual un día de estos un poli muere en un tiroteo o un bombero en un incendio. O un niño se pelea con otro en el colegio. No sé dónde vamos a llegar, no sé.
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