Sábado por la mañana.
Mientras una escuela en Haiti se lleva por delante a más de 20 niños --hasta la hora en que escribo esto--, en Congo sigue la lucha por el control de los territorios mineros con la presión de Rwanda sobre la pobre República que es nuestra vergüenza.
Ni la ONU ni ninguna de las sangrientas potencias que decidieron que había países allí donde había materias primas han conseguido todavía establecer un corredor humanitario en la zona. En la misma zona de siempre, donde en el último mes ya ha habido un movimiento de "desplazados", es decir: gente que huye, que se queda sin nada, que es perseguida y vive con la muerte en su nuca, que diversas fuentes cifran entre el millón y los dos millones de personas. Quiero recalcar la palabra personas. En una aldea, cercana a la frontera, han encontrado más de 20 cadáveres, de personas. Pero no se sabe la magnitud de la masacre: ni enviados ni cooperantes han logrado reunir el valor o la oportunidad de acceder a todas las casas de la aldea. Como en otras ocasiones, escucharemos dentro de un tiempo que a las madres les quitaron los hijos del pecho para estrellarlos contra una pared, para después violarlas, desmembrarlas delante de sus maridos y después asesinar a éstos, o convertirlos en mineros esclavos. Quizá incluso los perpetradores sean críos de 12 ó 13 años. No es difícil predecirlo. Ya ha sucedido, y sucede. Y sucederá.
Sábado por la mañana.
El País, edición digital. Portada (aparte de Obama):
"Diamantes sobre modelos de plástico"
"Marc y Calderón, discretos"
"Un museo submarino"
"Sol, playa, paella y... geriátricos"
Vale: no podemos hacer nada, porque no vamos a renunciar a nuestro teléfono móvil, ni a los anillos de pedida. Vale: no podemos hacer nada porque los poderosos son eso: poderosos. Vale: el mal en África es estructural. Pero al menos podrían informar de lo que pasa en ese sitio que la inefable Palin creía un país y no un continente.
Porque así, por lo menos, nos daría vergüenza. Aunque fuera sólo un poquito.
Vamos, digo yo.
P.S.: Cuando los de las chaquetas con coderas, gesto adusto y voz meliflua critiquen al cine de Hollywood, recordémosles Diamante de Sangre, o El Último Rey de Escocia,... entre muchas otras. Aquí, por ejemplo, podemos ver una bonita película sobre los años del destape. O leer en El País digital las maravillas de los museos submarinos que México ha puesto a disposición de los turistas que aún pueden llegar allí.
Y ya que estamos, recomiendo la lectura de la novela de LeCarré: "La Canción de los Misioneros".
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