Primero, para los cretinos políticamente correctos de ambos géneros que sin duda no leen este blog, debo hacer constar que escribo en un país que ha tenido como alcalde a Jesús Gil y Gil, que tiene como presidenta de una Comunidad Autónoma a Esperanza Aguirre y cuyo partido en el Gobierno, sedicente socialista, acaba de salir a defender a una reina a la que no debería reconocer más allá de un instrumento suficiente pero no necesario de su propia claudicación en aras de una democracia burguesa, pactada y deudora de los agentes financieros.
Dicho esto, sigo perplejo por la manera en que los medios demócratas estadounidenses y la mayoría de los europeos de muchos colores creen firmemente en una victoria del senador Obama el próximo martes de dolores electorales.
Hay motivos técnicos para sospechar que el margen que se da al Senador es más amplio de lo que finalmente será:
1. Que el margen de error de las encuestas tracker (para los del plan nuevo: encuestas constantes, casi cada doce horas) es superior a lo normal: entre 5 y 6 puntos. Eso, en márgenes de ventaja demócrata que oscilan entre el 7 y el 11, es casi como decir "empate".
2. Que una cosa es el voto popular y otra los votos electorales. Estados como California, Ohio y algún tapado del noroeste --temo sorpresas en Massachussets, por ejemplo-- pueden ser determinantes. No digamos el coto bushiano de Florida. Por si alguien lo ha olvidado, Al Gore ganó a G.W. Bush por más de 500.000 votos populares. Y es que, como pasa en España y en muchos lugares, lo de "un hombre (o mujer), un voto" es como "si eres bueno irás al cielo".
3. Que en esta campaña no ha habido "momentum", tendencia. Ni picos ni valles, ni una subida continuada de Obama ni un despeñarse de McCain, ni viceversa. En este tipo de campàñas de encefalograma plano, lo habitual es que los márgenes se estrechen incluso hasta hacer que, como en 2.000, una cantidad ridícula de votos pueda inclinar la balanza en uno u otro sentido. Sentido habitualmente favorecido por ciertas empresas hacia la ultraderecha.
Por otra parte, hay algunas cosas que no tienen que ver con la técnica, y sí con lo que en asesoría política algunos --ya no ejerzo, pero esto es como un sacerdocio-- llamamos "olorcillo". Y hay cosas que huelen a McCain.
1. Ví a McCain en Saturday Night Live haciendo el payaso y lo hizo como nadie. Y la tendencia de los electores de todo el mundo a elegir payasos en la última década y media es extraordinariamente notable.
2. Ni una sóla vez he visto a McCain dejar de ser él mismo, abandonar el ideario republicano de menos impuestos=más riqueza para los que saben y pueden crear riqueza; ni abandonar el ideal imperial de la conquista guerrera, de la que él es heredero e imagen viva (que sea veterano de una guerra que perdió parece irrelevante incluso para sus adversarios); ni ha invadido el terreno de las petroleras, de las empresas de seguridad, de armas o farmacéuticas. Es lo que es y lo dice, incluso poniéndose sobre alzas sobre un atril: eso ya no cuesta votos.
3. Por encima de todo, los esperanzados obamistas creen que McCain cometió un error al fichar a la Gobernadora Palin como compañera de papeleta. Y este es el punto más importante: Sarah Palin es el exponente más claro y meridiano de la esencia de los valores, de la imagen colectiva, del imaginario estadounidense. Y no me refiero a los pocos y cultos estadounidenses que viven en las dos costas ricas sabiéndo qué ocurre en el mundo y dónde localizar su país en un mapamundi. Me refiero al 80% de estadounidenses que viven en un medio rural, con un sistema de estudios prácticamente nulo, con un nivel cultural que haría avergonzarse a un repetidor de primaria. Esos que se arman hasta los dientes, que beben hasta caerse, que creen en un dios de venganza y que cualquier extranjero es un terrorista. Los que dicen que el cambio climático es una chorrada liberal que pone en peligro sus coches de doce cilindros.
Sarah Palin cree que la Evolución --cuidado, que aquí todavía leo "teoría de la Evolución", cuando resulta que es un hecho-- es un cuento liberal. Que la gente tiene derecho a abrasar a tiros para defenderse de lo que sea que cree que le amenaza. Que los bosques de Alaska son menos importantes que la energía para mantener los silos nucleares y los todoterrenos de las soccer moms... Y así. Sarah Palin es, sencillamente, lo que ahora son los Estados Unidos. Es exactamente lo que necesita un extraño republicano como McCain para decir: "eh, que somos nosotros, ¡votadnos!". Por más que le duela al sofisticado y erudito editorialista del NYT.
Por otra parte, al final ¿qué más da? Cualquiera de los dos será emperador de una Roma decadente, cuyo liderazgo moral se ha perdido. Un emperador a quien gobernarán las provincias díscolas. Un emperador a la defensiva. Y en plena crisis. Si yo fuera cualquiera de los dos leería la biografía de Antonino Pío.
En fin, nos veremos el miércoles. Y creeremos que uno de los dos ha ganado. Y creeremos, como en la obrita de Brecht, que es el Presidente de los Estados Unidos.
Vamos, digo yo.
Dicho esto, sigo perplejo por la manera en que los medios demócratas estadounidenses y la mayoría de los europeos de muchos colores creen firmemente en una victoria del senador Obama el próximo martes de dolores electorales.
Hay motivos técnicos para sospechar que el margen que se da al Senador es más amplio de lo que finalmente será:
1. Que el margen de error de las encuestas tracker (para los del plan nuevo: encuestas constantes, casi cada doce horas) es superior a lo normal: entre 5 y 6 puntos. Eso, en márgenes de ventaja demócrata que oscilan entre el 7 y el 11, es casi como decir "empate".
2. Que una cosa es el voto popular y otra los votos electorales. Estados como California, Ohio y algún tapado del noroeste --temo sorpresas en Massachussets, por ejemplo-- pueden ser determinantes. No digamos el coto bushiano de Florida. Por si alguien lo ha olvidado, Al Gore ganó a G.W. Bush por más de 500.000 votos populares. Y es que, como pasa en España y en muchos lugares, lo de "un hombre (o mujer), un voto" es como "si eres bueno irás al cielo".
3. Que en esta campaña no ha habido "momentum", tendencia. Ni picos ni valles, ni una subida continuada de Obama ni un despeñarse de McCain, ni viceversa. En este tipo de campàñas de encefalograma plano, lo habitual es que los márgenes se estrechen incluso hasta hacer que, como en 2.000, una cantidad ridícula de votos pueda inclinar la balanza en uno u otro sentido. Sentido habitualmente favorecido por ciertas empresas hacia la ultraderecha.
Por otra parte, hay algunas cosas que no tienen que ver con la técnica, y sí con lo que en asesoría política algunos --ya no ejerzo, pero esto es como un sacerdocio-- llamamos "olorcillo". Y hay cosas que huelen a McCain.
1. Ví a McCain en Saturday Night Live haciendo el payaso y lo hizo como nadie. Y la tendencia de los electores de todo el mundo a elegir payasos en la última década y media es extraordinariamente notable.
2. Ni una sóla vez he visto a McCain dejar de ser él mismo, abandonar el ideario republicano de menos impuestos=más riqueza para los que saben y pueden crear riqueza; ni abandonar el ideal imperial de la conquista guerrera, de la que él es heredero e imagen viva (que sea veterano de una guerra que perdió parece irrelevante incluso para sus adversarios); ni ha invadido el terreno de las petroleras, de las empresas de seguridad, de armas o farmacéuticas. Es lo que es y lo dice, incluso poniéndose sobre alzas sobre un atril: eso ya no cuesta votos.
3. Por encima de todo, los esperanzados obamistas creen que McCain cometió un error al fichar a la Gobernadora Palin como compañera de papeleta. Y este es el punto más importante: Sarah Palin es el exponente más claro y meridiano de la esencia de los valores, de la imagen colectiva, del imaginario estadounidense. Y no me refiero a los pocos y cultos estadounidenses que viven en las dos costas ricas sabiéndo qué ocurre en el mundo y dónde localizar su país en un mapamundi. Me refiero al 80% de estadounidenses que viven en un medio rural, con un sistema de estudios prácticamente nulo, con un nivel cultural que haría avergonzarse a un repetidor de primaria. Esos que se arman hasta los dientes, que beben hasta caerse, que creen en un dios de venganza y que cualquier extranjero es un terrorista. Los que dicen que el cambio climático es una chorrada liberal que pone en peligro sus coches de doce cilindros.
Sarah Palin cree que la Evolución --cuidado, que aquí todavía leo "teoría de la Evolución", cuando resulta que es un hecho-- es un cuento liberal. Que la gente tiene derecho a abrasar a tiros para defenderse de lo que sea que cree que le amenaza. Que los bosques de Alaska son menos importantes que la energía para mantener los silos nucleares y los todoterrenos de las soccer moms... Y así. Sarah Palin es, sencillamente, lo que ahora son los Estados Unidos. Es exactamente lo que necesita un extraño republicano como McCain para decir: "eh, que somos nosotros, ¡votadnos!". Por más que le duela al sofisticado y erudito editorialista del NYT.
Por otra parte, al final ¿qué más da? Cualquiera de los dos será emperador de una Roma decadente, cuyo liderazgo moral se ha perdido. Un emperador a quien gobernarán las provincias díscolas. Un emperador a la defensiva. Y en plena crisis. Si yo fuera cualquiera de los dos leería la biografía de Antonino Pío.
En fin, nos veremos el miércoles. Y creeremos que uno de los dos ha ganado. Y creeremos, como en la obrita de Brecht, que es el Presidente de los Estados Unidos.
Vamos, digo yo.
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