Cuando en el colegio uno de los “chicos malos” hacía una barbaridad y los profesores o la dirección se enteraban, lo primero que se hacía era buscar al chivato. Llegaba un momento en que la discusión era quién había dado la información al director y se olvidaba por completo quién había quemado el pupitre o le había abierto la cabeza al debilucho. De manera que el peor delito que se podía cometer en el colegio era “chivarse”, y no abusar del gordo, del gafotas o del empollón (lo sé muy bien porque, salvo en lo de las gafas yo estaba bendecido por los mencionados atributos), ni echar azúcar en el depósito de gasolina del coche del profesor de matemáticas, ni pegar una paliza a un chaval negro o moro, ni robar un balón, o la comida o el dinero, a un chaval de primaria.
Nuestra presidenta de la Comunidad de Madrid, la pija ex-maoísta cuyos discursos escribe un ex-anarquista, ha hecho lo mismo que los golfos repetidores de los colegios. Para ella lo grave no es el montón de estiércol sobre el que su trono se asienta, sino que alguien se ha chivado. Lo que para Pedro Jeta es periodismo de investigación es para el grupo Prisa filtración intolerable y connivencia entre el ejecutivo y el judicial. Es chivateo.
Luego están los comunicadores faescistas, que son unos genios. Porque ahora se discutirá sobre la oportunidad y aun la legalidad de que el ministro y el juez se encuentren en una cacería –organizada por un señorito del PP de Jaén—y no sobre los sobornos, los sobornados, los espías, los espiados y toda la basura adyacente.
Y eso que a los que fuimos y somos de izquierda lo que más nos duele de la cuestión cinegética es ese socialista ejerciendo de señorito en Sierra Morena. O ese otro socialista que le va a poner una calle en Zaragoza a San Josemaría. O ese sindicato que ha aceptado callarse ante las cosas que pasan en Telemadrid. Y es que la izquierda está fuera del parlamento, de los ministerios, de la política. La izquierda está sólo ya en nuestros ordenadores, en nuestras indignaciones de salón, en nuestras cenas con aquéllos amigos, en nuestro voto frustrado y frustrante. En alguna parte de nuestra memoria, de nuestra adolescencia.
Nuestra presidenta de la Comunidad de Madrid, la pija ex-maoísta cuyos discursos escribe un ex-anarquista, ha hecho lo mismo que los golfos repetidores de los colegios. Para ella lo grave no es el montón de estiércol sobre el que su trono se asienta, sino que alguien se ha chivado. Lo que para Pedro Jeta es periodismo de investigación es para el grupo Prisa filtración intolerable y connivencia entre el ejecutivo y el judicial. Es chivateo.
Luego están los comunicadores faescistas, que son unos genios. Porque ahora se discutirá sobre la oportunidad y aun la legalidad de que el ministro y el juez se encuentren en una cacería –organizada por un señorito del PP de Jaén—y no sobre los sobornos, los sobornados, los espías, los espiados y toda la basura adyacente.
Y eso que a los que fuimos y somos de izquierda lo que más nos duele de la cuestión cinegética es ese socialista ejerciendo de señorito en Sierra Morena. O ese otro socialista que le va a poner una calle en Zaragoza a San Josemaría. O ese sindicato que ha aceptado callarse ante las cosas que pasan en Telemadrid. Y es que la izquierda está fuera del parlamento, de los ministerios, de la política. La izquierda está sólo ya en nuestros ordenadores, en nuestras indignaciones de salón, en nuestras cenas con aquéllos amigos, en nuestro voto frustrado y frustrante. En alguna parte de nuestra memoria, de nuestra adolescencia.
Desde que González se subió al Azor esto es lo que hay. Tristeza.
Nota: De hecho, esta investigación de Garzón es peculiar. Por primera vez, creo, se va a perseguir a los sobornadores y no a los sobornados, que hasta ahora era la práctica habitual. Vamos a ver.
2 comentarios:
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=81370
No sé si servirá de mucho, ...pero es algo.
Y añado: "Utopía" de Leo Bassi, en el Alfil (hasta el 8 de marzo)
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