Un católico practicante, miembro activo de su parroquia, pide, en la Eucaristía del domingo pasado, acercarse al púlpito. En él, anima a sus correligionarios, los asistentes a la misa dominical, a que recen por las parejas homosexuales, por los divorciados... y convoca a todos para pedir perdón porque la Iglesia (su Iglesia) les excluye.
Es un acto pequeño, de una grandeza enorme. Un episodio en el que han participado quizá un centener de personas entre los cuatro millones y pico que se agolpan en la capital del Reino. Un acto que no puede competir con la última mentira de un cargo público, con la última estupidez de un famoso, con el último penalty escamoteado, con la última boutade de un artistilla amigo del editor de informativos.
Tampoco se hablará de esa Iglesia del amor, de la caridad, de la acogida, sino de la otra, la de la malicia institucional de los prelados, la de los sectarios del cilicio y los colegios sexistas, la del último grito estentóreo de dios-patria-familia.
No puedo respetar ninguna creencia religiosa. Pero creo en ese feligrés que quiere, que invita y que practica su fe acogiendo, queriendo. Que sea mi suegro es un accidente afortunado.
Es un acto pequeño, de una grandeza enorme. Un episodio en el que han participado quizá un centener de personas entre los cuatro millones y pico que se agolpan en la capital del Reino. Un acto que no puede competir con la última mentira de un cargo público, con la última estupidez de un famoso, con el último penalty escamoteado, con la última boutade de un artistilla amigo del editor de informativos.
Tampoco se hablará de esa Iglesia del amor, de la caridad, de la acogida, sino de la otra, la de la malicia institucional de los prelados, la de los sectarios del cilicio y los colegios sexistas, la del último grito estentóreo de dios-patria-familia.
No puedo respetar ninguna creencia religiosa. Pero creo en ese feligrés que quiere, que invita y que practica su fe acogiendo, queriendo. Que sea mi suegro es un accidente afortunado.
Muy afortunado.
1 comentario:
y es que en esta familia la gente tienes dos cojones y dos tetas como dos carretas. Que me perdonen mi madre y mi abuela por este comentario, pero esque me encanta enterarme de que mi abuelo hace cosas tan bellas y que mi tio las cuenta con tanta gracia y armonia. Qué gustazo!
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