Llevo algunos días sin escribir porque es difícil elegir cuál de los absurdos, estupideces o terrores elegir para diseccionar así, por encima.
No sabía si reirme, con lágrimas amargas, de la campaña para el "Respeto al Maestro" que propone como modelo a un personaje de ficción --personalmente, hubiera preferido al sr. Miyagi--: debe ser que no hay modelos de profesor respetables de carne y hueso. Por cierto, Obi Wan fue profesor full-time de Darth Vader/Annakin. A Luke se lo encontró de rebote y no tuvo tiempo sino de enseñarle lo básico. El maestro de Luke, también por poco tiempo fue Yoda, que yo recuerde. Claro, que tenemos unos empresarios que aprueban un spot para vender higiene femenina a adolescentes varones con aparato. (Por cierto, por favor, por favor, por favor: ¡que entrevisten a la pobre Carla!)
No sabía si mostrar por enésima vez cómo El País, en asuntos económicos, es más de derechas que la ultra-derecha "Güalestritista". Y es que tiene el corazón socialdemócrata, pero apoya con la cabeza el toco-mocho financiero (en realidad es una versión gigantesca del timo de la estampita) que se va a perpetrar ante la mirada incrédula de ciudadanos que ni siquiera disponen de un servicio de urgencias gratuito.
No sabía si alarmarme cuando ví las reacciones ante los Presupuestos Generales del Estado por parte de los portavoces políticos. O si explicar a los no madrileños cómo se pueden inaugurar hospitales vacíos, sin equipar y sin personal (claro que Aznar ya inauguró una terminal de aeropuerto sin apenas haber cubierto aguas...). O criticar el espacio que mereció en los medios el que el Estado haya suspendido hasta enero la dotación de fondos a los proveedores de la sanidad pública mientras se mostraba, a cuatro columnas, la dotación para mejorar las condiciones socio-laborales de las prostitutas: el mismo día.
Me acordé entonces de los que hablan de una conspiración mundial para hacer que esta crisis desemboque en una dictadura global. La crisis sería un segundo paso, después del terror a la segunda invasión islámica, para crear las condiciones. Y así las sociedades secretas en la sombra instaurarán un auténtico régimen autoritario universal.
Ojalá fuera así. Estoy leyendo en el magnífico libro de Turner cómo llegó al poder el nazismo tras el crack del 29. Y lo único que uno encuentra es una colección de estúpidos, inútiles y vanidosos que hicieron estupideces, inutilidades y vanidades que desembocaron en un desastre del que aún sufrimos las consecuencias.
En el fondo uno desearía que todo esto tuviera una intención, un propósito, y fuera más que la consecuencia de la avaricia de unos, la inanidad de otros y la estupidez de todos.
¡Qué semanita, mi madre!
Que sea leve.
P.S.: El libro en cuestión es A Treinta días del Poder, de Henry Ashby Turner, Edhasa/quinteto, 2000 (ed. esp.). Además de mostrar la estupidez y evitabilidad de la llegada de Hitler a la Cancillería alemana, derrumba de una vez por todas y con documentación extensa e intensa el mito de que los nazis llegaron al poder ganándolo en las urnas. Erudito, pero no espeso. Y con un excelente prólogo de Antonio Muñoz Molina, el imprescindible.
P.S.S.: Mi hijo de 12 años ha dicho de la campaña de respeto al maestro que es "una frikada". Sobre la "Fiefta" de Ausonia corren magníficos videoclips por Yutube que recomiendo vivamente. Un éxito de notoriedad, la campaña.
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