jueves, 18 de diciembre de 2008

Las Fábricas de Asnos.

En el instituto de mi hijo ayer, 17 de diciembre, fue el "día de pellas". Un día en el que se permite que los alumnos y alumnas ronden fumando canutos por los alrededores del centro o no aparezcan por allí. Algunos profesores y profesoras acudieron al centro.
Ya en septiembre llamamos para preguntar cuándo empezarían las clases y sólo nos pudieron dar una fecha aproximada. Empezaron la tercera semana de septiembre.
Hoy van a ir al cine.
Y mañana van dos horitas a que les den las notas los tutores.
No hay puente, pasadizo, vado ni elemento meteorológico que no suponga la suspensión total o parcial de la actividad docente. En total, entre noviembre y diciembre, 26 días lectivos de 34 posibles. Ocho días de clavo, como suena.
Mientras tanto, mi hijo y sus compañeros no entienden nada de biología, por ejemplo. Y no es extraño, porque la biología depende en su nomenclatura del latín y del griego, disciplinas imprescindibles que los modernitos han decidido cargarse en beneficio de las semanas blancas troceadas en puentes diversos y las festividades de San Lápiz Mártir y San Estrés Obispo. Así, por ejemplo, si los chavales supieran que protozoo significa "primer bicho", pseudópodo "pata falsa" o cilio "latiguillo" o "cuerdecilla" no se verían ante la necesidad de memorizar nombres que, a quien no tenga ni idea de su procedencia, les parecen tan extraños como "biribis" o "catuflisma". ¿Se imagina alguien teniendo que saber que "los jorcios se pueden clasificar según su modo de locomoción en remoldillos, cariovíos y jarzuelos"? Pues eso: un sinsentido.
En idiomas no saben las vocales, pero analizan y repiten canciones pop, o aprenden a preguntar cuánto cuesta una hamburguesa. No saben lo que es un verbo auxiliar o un anomalous finite, porque no se les enseña cómo funcionan los idiomas, ni a relacionarlos con el propio, sino a repetir frases y construcciones: lo otro es antiguo. No entienden el genitivo sajón, porque no saben qué demonios es un genitivo. Pero pueden aprobar francés --mi hijo tiene un sobresaliente-- sin saber que el verbo avoir tiene la misma función que el verbo haber. Y todo eso porque hay métodos "naturalistas" para enseñar idiomas, frente a los muy esforzados sistemas antiguos de analizar los fundamentos de la gramática y memorizar las irregularidades, las normas y las excepciones.
Porque esa es otra: la memoria, en lugar de ser una herramienta cerebral a nuestra disposición gracias al trabajo de nuestros genes durante millones de años, es ahora un enemigo al que ni se nombra, como al malo de Harry Potter. No se trata de memorizar listas absurdas, ni de hacer de la memoria un instrumento de anulación de la crítica y la construcción progresiva del aprendizaje. Pero usarla para lo que sirve tampoco es tan malo. Hay cosas para las que ejercitar la memoria es imprescindible, como las definiciones o los nombres de las cosas, por ejemplo, o para situar eventos históricos que organicen el follón de fechas y épocas que tienen los niños en sus derretidos cerebros.
Y creo que todo está en función de una estupidez ideológica posmoderna que me escama y me atemoriza a la vez: la facilitación del aprendizaje y del recorrido académico. Y yo me pregunto por qué demonios tiene que ser fácil. El aprendizaje, como todo trabajo, tiene que requerir esfuerzo. Claro que se puede hacer de la docencia algo divertido --se puede explicar la inflación del universo y la curvatura gravitatoria del espacio euclidiano con un globo, o los eclipses con una linterna y tres bolas de papel de periódico--, relacionar lo que se aprende con la vida misma, intrigar, fascinar, mover a la curiosidad --es mejor enseñar las leyes de probabilidad para rellenar quinielas o no tirar el dinero jugando a la primitiva-- y fascinar con detalles y anécdotas sobre la historia --se les puede contar que César Augusto escribía con faltas de ortografía a propósito, porque decía que había que escribir como se pronuncia, y que sus textos autógrafos se parecían a los que ellos escriben en los móviles--. Pero para eso se necesita una enorme cantidad de trabajo previo del docente y me huele que los tiros van precisamente por ahí. Quiero decir que sospecho que el sistema se ha construido, no para facilitar la tarea de los alumnos, sino para ahorrar trabajo a los docentes.
En tiempos del baby-boom podía uno entender que la mayoría de los maestros se atuvieran a sistemas arcáicos de enseñanza y de disciplina: tenían que lidiar con más de cuarenta monstruitos en un aula. En la clase de mi hijo ahora son 18. ¡¡¡18!!! Y sus profesores y profesoras no son capaces de ir más allá de dictar apuntes y hacer exámenes donde hay que rellenar la palabra que falta.
En fin, menos de 30 alumnos y un calendario laboral real con unos 200 días festivos y siguen produciendo asnos sin interés, sin espíritu crítico ni curiosidad. Misterios de la vida.
P.S.: Lo de los padres y madres también tiene tela. Pero eso, para otro día. Cuando pasen estas tres semanillas de vacaciones académicas durante las cuales maestros y maestras podrán concliar y estar con sus hijos sin movilizar canguros, abuelas, cuñados o guarderías de emergencia.
Otra P.S.: sigue estando prohibido llevar al instituto un ordenador portátil. Curioso. Me pregunto si en grecia, los que tenían tablilla de cera no podían llevarla porque había que utilizar el barro húmedo "de toda la vida". Es para partirse.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Lo Falso y lo Político.

El Friki-Milenio es una mina para sugerir reflexiones, lo que demuestra que de casi todo se puede aprender, o sobre casi todo se puede reflexionar, si uno está dispuesto a ello. Ayer no hubo más fantasmas que el presentador y su mago de la informática, pero trataron un asuntillo espinoso e interesante: el de la falsificación de los "hallazgos" arqueológicos de Iruña de Veleia.
Tampoco hay que rasgarse mucho las vestiduras, porque ya Augusto César, Octaviano antes de tener al Ejército detrás, ya falsificó, enmendó y ocultó, según el caso, los Libros Sibilinos. No hablemos de las falsificaciones, tachaduras y omisiones de algunos de los primeros Padres de la Iglesia, el jaleo que se montó con la Donación de Constantino, o la pasta que, antes de ser descubierto, hizo cierto artista israelí a cuenta de una tabla de basalto falsamente atribuída al reinado del legendario Salomón, entre otras piezas, hace sólo un par de años. Por no hablar, a menor pero más extensa escala, de documentos acreditativos de noblezas, hidalguías y limpiezas de sangre. El trasfondo es muy sencillo: el que paga, manda, y viceversa.
La arqueología, en estos tiempos y en los antiguos, es un terreno muy sensible política y socialmente hablando. Es la disciplina que más puede tocar los escrotillos de cualquiera y que más puede beneficiar a quienes tratan de justificar lo injustificable.
Los escrotos más sensibles son los nacionalistas --hablo de todos los nacionalismos, también del español--: se hinchan con suma facilidad por la tendencia de los dueños a barrer para casa. Esto lo vió Augusto César, y Himmler, y Napoleón, y Mussolini, y nuestro Paquito... Pero también esos cultísimos muchachos que quieren una Euzkadi de pastores y agricultores sin AVEs que les espanten su bucólico y pastoril país. [Nota al margen: todos los nacionalismos, curiosamente, tienen nostalgia de un idílico y rural pasado, lleno de prados verdes y florecillas y pastoras complacientes. Sus utopías siempre miran atrás. Por eso me parece inconcebible que alguien de izquierda sea nacionalista].
Como los nacionalismos suelen ser muy religiosos, además, buscan pruebas de la existencia real de los protagonistas de sus mitos, pero con cuidado, no vaya a ser que no nos guste el resultado. Así por ejemplo, es difícil admitir, para un israelita, que el monoteísmo hebreo bebiese en su origen de una corriente procedente de exiliados de Tell-el Amarna, porque entonces los egipcios reivindicarían lo que no deben. Y para nosotros también es mejor, porque la costumbre oriental de solucionar las cosas entregando al enemigo al juicio de la divinidad mediante baños de sangre ha pervivido durante milenios.
Instrumentalizar el hallazgo arqueológico es un arma muy poderosa y muy antigua. La esposa de Constantino --que debo recordar que se convirtió al cristianismo en su lecho de muerte-- montó una expedición a Jerusalén para traer un trozo de la vera cruz, es decir, la del madero donde colgaron al desdichado líder de sus cada vez más extraños súbditos. Ella inauguró el tráfico político de reliquias sobre las que juraban, se coronaban o se avalaban los tesoros reales las monarquías y los principados de toda la Cristiandad hasta la Edad Moderna. Un chiste ya clásico decía que en cierta iglesia se podían contemplar los cráneos de San Juan Bautista a los 12, a los 20 y a los 33 años. Chiste moderno que tiene su remedo en muchas fuentes medievales del siglo XIV, en el que los primeros científicos nominalistas ya se mofaban de la profusión de dientes, huesecillos y otros despojos pertenecientes a santos y mártires.
Que ahora haya sujetos que quieran dar patente de verdad a sus bucólicas fantasías del origen no es más que la prolongación de esa inercia de los que pagan para justificar que no mandan sólo por eso. Pero brindemos por los arqueólogos. Al menos ellos tientan escrotos, que es de lo que se trata.
Vamos, digo yo.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

La Simplicidad y la Evidencia.

El otro día, cuando estaba viendo el frikimilenio ví un reportaje sobre una cueva en Cantabria donde, como en el Castillo y en otros lugares, volvían a aparecer esas maravillosas manos pintadas en negativo. El amigo Jiménez, que ve misterio, inquietud y sobresaltos hasta en los chicles pisados al descuido se pasmaba ante estas pinturas rupestres y, junto con sus guías y paleontólogos, indicaba lo irresoluble del misterio de esas manos.
A mí, desde que las ví en la Cueva del Castillo hace muchos años, siempre me parecieron señales de sentido prohibido (debo aclarar a los madrileños que puedan leer este humilde texto que es la roja con la banda blanca y que prohibe el paso a todo el mundo en cierto sentido, no solo a los madrileños, a mala leche). Y digo que siempre entendí el mensaje porque me parecía sencillo: es el gesto que hacemos cuando alguien va a pasar por donde no queremos que pase y, como hijo de guardia, sé que los agentes de movilidad --antes guindillas-- hacen ese gesto como queriendo decir "quietos paraos los caballos, que por aquí no se pasa". Si será fácil y cómodo de usar que hasta los porteros de discoteca lo hacen con el mismo significado.
Luego, como soy inquietillo, recordé que en euskera /mano/ se dice /esku/ o /ezku/. Y mira por donde, /misterio/ tiene la misma raíz: /ezkutuku/, que también significa /secreto/, o /ezkutapen/.
Seguro que no tengo razón y que todo esto es un juego de tiempo libre, más bien de empollón, pero me parecía una solución simple, sencilla y elegante. Y además cuadra, porque en la cueva del Jiménez no he entrado, pero en el Castillo sí, y recuerdo que las manos no estaban precisamente en la entrada de la cueva, sino en algunos de los lugares más recónditos de la gruta.
Mi idea tonta me recordó a la sencillez y la elegancia con la que Robert Graves instaló la Atlántida perdida en Libia, en el lago Tritón. A pesar de que casi todas las indicaciones prehistóricas sobre lo sagrado que hizo este autor inglés se van confirmando una por una, como no era antropólogo ni paleontólogo ni arqueólogo, ni nada-ólogo, pues ni caso. Pero me sigue extrañando que algunos de los que sí son algo-ólogos desprecien los textos míticos sin más análisis que el literario y otros se pongan a buscar la cruz donde colgaron a un personaje cuya existencia histórica está lejos de ser irrefutablemente demostrada, con toda la convicción que da la pasta de Discovery Channel.
Otra de las cosas que me parecen evidentes es que el llamado fenómeno OVNI no debe ser investigado y, si lo es, los resultados no deben publicarse. Ignoro los motivos, pero es muy llamativo que algo que sucede a todo tipo de personas y en todas las tierras y mares del planeta sea ignorado por la comunidad científica en general. Si es un fenómeno, estúdiese. Si es un cuento, demuéstrese. Porque lo que yo vi una vez y lo que han visto amigos míos (entre ellos pilotos y militares) no tiene nada que ver ni con globos sonda, ni con bombarderos secretos ni con explosiones de metano.
Digo todo esto porque vivimos en una cultura que, a base de enrevesarse, tiende a negar lo evidente, lo sencillo, lo que se tiene más a mano. Hace poco se cumplía el aniversario de la muerte de mi padre. Y recordé que vivimos en una cultura que niega la muerte y su evidencia, por motivos que nunca me parecen inocentes.
Se nos vende una especie de inmortalidad si comemos tal o cual alimento (varía según la empresa que pague el estudio), si no fumamos, si no bebemos o si follamos con moderación. Como si no hubiera azar, como si la vida no fuera estúpida y la muerte dolorosa, terrible, final. Quieren hacernos buenos y nos dicen que no nos muramos. Como si pudiéramos elegir.
El día que me firmen un papel diciendo que si no fumo no me muero, lo firmo en seguida: hasta entonces seré un resistente --con cáncer, seguramente--, pero resistente. Y no me vengan con mi calidad de vida futura: primero porque aquélla copa, aquél polvo, aquél pitillo, enriquecieron mi vida como aquél libro, aquélla mirada o aquél solo de Miles Davis. Y mañana me puede atropellar un borracho. No quiero tener ni la muda limpia ni los pulmones rosas.
Que se jodan. Sencillo, ¿verdad?
P.S.: los de mi edad para arriba recordarán cuando se condenó el aceite de oliva como algo insano y terrible frente a las bondades del ¡aceite vegetal! Nadie se preguntó qué bicha ordeñaban para elaborar el aceite de oliva.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Tontos de los Cojones, no. Tontos Integrales.

Siempre he sospechado de quienes se rasgan las vestiduras. Recuerdo a un estúpido escritor de libros en serie que se ganaba la vida "analizando publicidad subliminal", lo que se traducía en muchas horas remuneradas exponiendo cómo veía penes en la sombra de un balcón o la palabra sexo en los juegos de luz de unos cubitos de hielo. Recuerdo aquél censor que vió un incesto donde había un adulterio. Y recuerdo cómo un presidente de gobierno --me disculparán que no lo ponga en mayúsculas: es que me da la risa tonta-- me mintió personalmente a la cara y empleó insultos indecibles a los que apoyábamos el fin de la Guerra de Irak, la retirada de las tropas y la exploración de una solución dialogada al conflicto vasco. Si extendemos el caso a la Comunidad de Madrid, podría verse cómo se rasgan las vestiduras los pseudodemócratas que privatizan lo que les da la gana, que recortan los presupuestos de la Universidad Pública, que con sus acusaciones falsas han destrozado la carrera --y casi la vida-- de unos profesionales de la medicina sin que sus acciones hayan tenido consecuencias, que utilizan la televisión pública de una manera que hubiera avergonzado a Goebbels, que trincaron unas elecciones a cambio de un ladrillazo...
Estos son los que se rasgan las vestiduras porque el Alcalde de Getafe ha dicho que no sabe "cómo hay tanto tonto de los cojones que vota a la derecha". Dejando a un lado la corrección de su expresión, me gustaría matizar dos cosas sobre estas declaraciones:
1. No creo que la estupidez de los que votan a estos sinvergüenzas políticos se limite a los genitales y mucho menos a los que sólo poseen éstos en su variante masculina. El que vota a estos --y estas: empleo el neutro, que en castellano se confunde con el masculino-- filibusteros que cogen lo de todos y se lo dan a unos pocos, a estos que dicen mentiras ante un micrófono negando la realidad, a los que cuando cometen una barbaridad y les pillan responden con el silencio hierático --modo Piqué-- o niegan la evidencia usando la reserva mental --modo Opus--, a estos que creen que todo es suyo y que la democracia confiere la propiedad de lo público... El que vota a esta gente, señor Alcalde, no es tonto de los cojones. Es tonto (o tonta) del todo. Completa y totalmente estúpido/a.
2. No creo que deba usted disculparse sino por las formas, haciendo hincapié en que estaba usted en una reunión con unos vecinos del pueblo. Porque el fondo, señor mío, es intocable. Los rasgadores de vestiduras han deslegitimado a los votantes de izquierda desde julio de 1936 hasta ahora. Ponen a niñatos engominados --que sólo por accidente no se llaman Santiago-- a decir que el Ché era un canalla. Han tratado al Jefe del Estado, a los representantes democráticos de la izquierda y a sus votantes como basura de intercambio. Han utilizado a los muertos del 11 de marzo como excusa para mentir sobre una trama deslegitimadora de las elecciones libres. Han ido a una guerra, señor Alcalde, sin la legitimidad necesaria. Los que les votan, además de ser tontos lo son reos de estulticia, en mi opinión.
La derecha siempre ha tratado de gobernar para ignorantes, para incultos, para ciegos y sordos, para inmóviles, diletantes o mudos --entiendan que son metáforas y no hacen referencia a discapacidad alguna, podríamos llegar. Y ya está bien. En mi opinión, quien vota a la derecha es tonto, coño, pero tonto del todo, sin remisión y sin remedio.
Si no, hagamos la prueba fuera de nuestro pequeño kiosko local. Las grandes empresas del automóvil piden una enorme suma de dólares y anuncian que, unavez recibida esa suma, su primera medida será despedir a 20.000 trabajadores. Y tragamos todos. Ni un editorial sobre el asunto. Ningún analista económico preguntándose qué coche (y qué comida, y qué otros objetos que beneficien a otras empresas) podrán comprar las 20.000 familias, más los cientos de miles sobre las que repercutirán esos despidos. Nada.
Pues si esos 20.000 trabajadores y trabajadoras votasen republicano yo, señor Alcalde, les tomaría por tontos. Y lo harán. No le quepa duda de que lo harán. Porque el número de estúpidos siempre está muy por encima de las estimaciones.
Vamos, digo yo.
P.S.: ha pedido disculpas y eso le honra, señor Alcalde. Ha sido usted más rápido que los políticos y corifeos que llamaron asesino, terrorista y amigo de los terroristas al Secretario General de su partido, a la sazon Presidente del Gobierno y, con ello, a sus votantes.

martes, 25 de noviembre de 2008

Lo Obvio y lo Obsceno.

En 2005, murieron en España 387.355 personas. De ambos sexos, o géneros. Hubo casi 3.500 suicidios y unas 4.000 víctimas mortales en accidentes de tráfico. 1.000 personas murieron –todavía—en el parto o por complicaciones perinatales. La primera posición es para las enfermedades relacionadas con el sistema circulatorio (126.000), aunque como la mayoría de las defunciones se certifican como “parada cardíaca” esto debería matizarse. Murieron 11.000 personas por “síntomas, signos y hallazgos anormales clínicos y de laboratorio, no clasificados en otra parte”; es decir: que han muerto no se sabe muy bien por qué. No creo que las tendencias hayan cambiado mucho, exceptuando quizá las relacionadas con los accidentes de tráfico, tendencia que mejora a pesar de que nuestros lemmings motorizados se están empeñando en revertir la tendencia en este final de año.
También recuerdo que hace muchos años, El Perich, en uno de sus chistes-comentarios en El Jueves dentro de las “Noticias del 5º Canal”, ironizaba sobre el problema del consumo de droga en Barcelona. Decía algo así como: “Las autoridades, preocupadas porque en Barcelona hay 200.000 drogadictos. Dado que en Barcelona viven 3 millones de personas, la buena noticia es que hay 2.800.000 personas que no tienen problemas de droga. Así que a lo mejor, el problema de la droga no es tanto problema”. Era más menos así.
Digo todo esto porque con motivo del Día de la Violencia contra las Mujeres (o como se llame oficialmente) he escuchado una tertulia en Hoy por Hoy que me ha dejado un poco perplejo. Una de las intervinientes se quejaba de que, con 62 mujeres muertas en lo que va de año –desde luego la cifra empeorará con las Navidades--, “la violencia machista sólo aparece en el noveno lugar” del Barómetro del CIS como una preocupación de la sociedad.
A mí, para ser sincero, me parece que cuantitativa y cualitativamente hay un éxito enorme de sensibilización cuando un problema que afecta al 0,02% de las personas que mueren al año es una de las máximas preocupaciones de la sociedad. No quiero trivializar y apropiarme del mencionado chiste de El Perich diciendo que hay 174.958 mujeres que no han muerto por el maltrato. Pero me preocupa que los creadores de la mal llamada alarma social no dejen espacio para los análisis cuando muestran su justa indignación; me asusta más cuando el pánico o el malestar que siembran convierte todo lo gris en blanco y negro y se sustituye la búsqueda de causas, la investigación y la matización por la condena, la consigna y la exigencia de acciones radicales, inespecíficas. Por eso no me gusta hablar de “atajar” los problemas. No me gustan los atajos. Ni los tajos.
Tampoco me ha parecido muy propio dedicar parte de la tertulia a si había que denominar al fenómeno “violencia doméstica” o “violencia machista”. Porque no me parece sólo una cuestión de ponerle apellido a la violencia, al maltrato o al asesinato. Estos sucesos se tratan siempre como una enfermedad, y yo creo que es una equivocación. En mi –seguramente equivocada—opinión, los asesinatos que tienen que ver con las parejas son un síntoma de una enfermedad mucho más profunda.
Me parece que hay un cambio de posición de la mujer en todas las dimensiones de la vida. Y que muchos hombres se sienten amenazados por ese cambio de posición, en muchas ocasiones porque ellos no saben o no quieren saber dónde les toca estar a ellos ahora.
Muchos de los valores, de las tradiciones y de las pautas culturales que han regido la interacción y la presentación de las personas en su vida doméstica, laboral e, incluso, sexual, no se han vertebrado aún en modelos alternativos socializados, en epopeyas, relatos y valoraciones que propongan modelos a seguir coherentes y estructurados. Modelos en los que la virilidad del hombre no sea la posesión de la mujer, gritar más fuerte o ser más desfachatado que los demás, más grosero, más “poderoso”. En esto vamos todos un poco a tientas.
Y todo viene de que a los energúmenos no les hacemos frente de verdad. Al que se cuela en la cola, al que circula por el arcén en un atasco, al que mea en una pared, al que lleva la moto con escape libre a las tres de la madrugada, al que pone lavadoras a esa misma hora, al que pega al chaval que va con la camisa por dentro, al que presume de follar más que nadie porque las tías están pa’ eso, al que habla a gritos por el móvil en el tren –habitualmente para decir que va en el tren--, al que se pasa las señales por el forro, al que fuma en los ascensores, al que no te sujeta la puerta en el metro, al que busca las gafas junto al surtidor de gasolina cuando tiene detrás seis vehículos, al que no tiene preparado el dinero del peaje, al que se va de vacaciones dejando ladrar a su perro día y noche, al que le importa un carajo que su coche contamine, al que cree que “lavavajillas” es un bidé para personas con disfunción en el crecimiento, al que ve en su hijo la proyección de su estupidez o de los logros que no ha conseguido, al que cree que sólo existe él en el mundo... A ése le dejamos siempre hacer lo que le da la gana para no meternos en líos, no sea que acabemos en coma en un hospital por defender a alguien de una agresión o, peor, en un juicio.
Y ese es el problema de la violencia s-o-c-i-a-l del que muchas mujeres --y hombres: personas-- salen muertas o magulladas: vivir en una cultura de matones (y matonas: ojito) en la que los que no lo son, como hicieron los alemanes en los años 30, nos inhibimos, miran hacia otro lado y “se contiene”. Claro que muchas veces esos energúmenos somos nosotros mismos.
Y nadie tira piedras contra su propio tejado.
Vamos, digo yo.

P.S.: que conste que a mí me gustaría que la violencia contra las mujeres fuese un sencillo problema de género. Como me gustaría que la violencia terrorista fuese un problema político. Como me gustaría que el hambre y la enfermedad fuera un problema de alimentación o médico. Pero me temo que esos atajos no llevan a ningún sitio.

martes, 18 de noviembre de 2008

Los Frikis y la Verdad Incómoda.

Como ya dije, soy una especie de adicto al frikiprograma del presunto periodista Iker Jiménez. Se ha convertido en uno de los espacios de humor --desgraciadamente, porque esos asuntos se pueden y se deben tratar con seriedad y rigor-- más originales del panorama audiovisual. Bueno, también me colgué de GH9... Cada uno tiene lo suyo y de paso me sirvió para no volver nunca más el programa de la pobre Milá.
Pues bien, en la "nave del misterio" me encontré con que estaban hablando de los célebres "chemtrails". En un rincón, Jacob Petrus, estimable y estimado meteorólogo de la Cadena Ser hasta hace algún tiempo. Explicó parte de las causas --sólo las meteorológicas y una física-- por las que las estelas de las aeronaves adquierenformas distintas, se desplazan o se colorean, etc. Se olvidó de ofrecer una causa aerodinámica y térmica: las moléculas de agua en suspensión que chocan contra los vórtices de las alas se calientan bajo la presión. Cuando la humedad es alta, ese calentamiento las lleva a hervir, y así vemos estelas que no salen de los motores, sino de las alas. En muchos de mis vuelos he observado el curioso e intermitente fenómeno.
En el otro rincón estaba un sujeto --al menos alguien debería sujetarle-- denominado en el rótulo "Skywatcher", que, traducido al castellano, significa "alguien que tiene una enorme cantidad de tiempo libre para mirar p'arriba". Al parecer trabaja "de escalador" en edificios, lo que supongo que significa que limpia cristales. Esto no lo digo como desdoro de la profesión, arriesgada y nunca valorada, de quienes mantienen las fachadas. Lo apunto como elemento de juicio acerca de la cualificación del individuo, que empleaba palabros como "techo químico", "ola aeroquímica" o cosas por el estilo.
Sus pruebas, frente a los datos aportados por Petrus eran, por ejemplo, que había hablado con una señora de 70 años que nunca había tenido asma y ahora lo tiene. O que había hablado "con muchos farmacéuticos" y las alergias habían aumentado "desde que vengo observando el fenómeno", decía. Lleva un año, nada menos, observando "el fenómeno". Tampoco parecía haber estudiado en ningún grado en el que le explicasen que las partículas en suspensión de agua y hielo de las nubes pueden colorearlas con luces iridiscentes, debido a la difracción, fenómeno que viene descrito por primera vez en la Biblia, cuando lo de Noé. Pero ese libro parece que tampoco lo leyó. Dijo otra colección enorme de chorradas, pero como muestra, vale.
En fin, que empecé a medio apiadarme del pobre tipo, a valorar por su expresión si tenía algún rasgo discursivo psicótico cuando me acordé de ilustres frikis como él, ignaros, incultos y sin embargo invitados a hablar ante grandes audiencias.
Vaya, que me acordé de Rajoy y su primo, de Ánsar, de Aguirre, de su amigo americano, de la inefable Palin, a quien dios habla (House: "si hablas con dios, eres religioso. Si dios te habla, eres psicótico"), de los predicadores que dijeron que el Katrina era un castigo por el aborto o los matrimonios homosexuales, de los asnos que niegan la evolución, de los que aún claman contra el condón o del típico imbécil que todavía pregunta para qué se mandan naves espaciales al universo, pero que lo flipa viendo un tanque que cuesta lo que dos hospitales. Y es que, jopelines, entre la Milá, el Jiménez, la Faes y los skywatchers, te hacen tener la percepción de que estamos rodeados de gilipuertas. Y que además se les escucha. En mis tiempos se les daba un cate...
Vamos, digo yo.
P.S.: Con la cantidad de mierda que echamos al aire todos los días, y nos distraemos viendo pasar aviones. Eso lo hacía yo con un amigo en la facultad. Si lo sé hubiera puesto en mi tarjeta Skywatcher de la Faes. Ahora, seguro que no estaba en el paro.

lunes, 10 de noviembre de 2008

La Verdad, en la Televisión Basura.

Un analista militar, ex-miembro de los servicios de inteligencia de las FFAA, dice que Occidente está perdiendo la guerra porque ha dejado de ser Occidente. Occidente ya no defiende sus valores: democracia, libertad de tránsito, igualdad de las mujeres y los hombres, laicidad del Estado y de la política, reparto igualitario de la riqueza, solidaridad (cuidado: los valores de izquierda son occidentales)...
Este ex-soldado recuerda que cuando Alemania estaba machacando Inglaterra con bombas su líder prometió a sus conciudadanos “sangre, sudor y lágrimas”. La lucha de Occcidente sobre sí mismo y sus demonios costó millones de vidas, pero combatió por su identidad y venció. Ahora, Occidente, según él, se rendirá, porque nadie está dispuesto a combatir y porque ha renunciado a sus creencias más profundas. La guerra contra el fundamentalismo religioso (de todos los credos), contra esos líderes multimillonarios que mandan a mujeres y jóvenes con un cinturón de granadas a suicidarse en el metro, o en un autobús, o en un avión la hemos perdido gracias a nuestra renuncia, a cambiar una falsa sensación de seguridad por nuestros valores democráticos: Guantánamo, el espionaje electrónico indiscriminado, la doctrina de la guerra preventiva, la deslocalización, la codicia como valor financiero supremo. Ese es el principio de nuestra rendición.
Poco antes, estuve escuchando a unos cuantos abuelitos veteranos de la Batalla de Guadalajara. Viejos combatientes que habían dado –y perdido—todo defendiendo la República legítima. La aviación, en aquélla batalla estaba liderada por Hidalgo de Cisneros, un aristócrata que no era fascista. Que creía en la República y llevó su “chato” contra los facciosos rebeldes que tuvieron la desfachatez de decirse “nacionales” y “cruzados” y contra sus aliados italianos.
¿Qué líder nos muestra ahora el combate que se avecina y nos convoca a la lucha para defendernos de los que quieren volver a las hogueras, a las mujeres encerradas, a los sistemas de opresión teocrática? ¿Qué líder nos recuerda que nuestra libertad es más valiosa que nuestra seguridad, que no podemos dejar a nuestros hijos un mundo esquilmado por los cuervos del capitalismo o los que aún prometen un cielo y un infierno? ¿Quién está dispuesto a combatir en la guerra que ya ha estallado? ¿Qué abuelos vivirán para vernos claudicar y mirar a otro lado hasta que nos borren con una bomba de destrucción masiva o nos encarcelen por pensar diferente?
El programa en el que escuché la intervención del ex-soldado: Cuarto Milenio. Los estúpidos que le acompañaban creyeron que estaba defendiendo precisamente que las democracias abandonaran su “permisividad”. En fin. Eso me pasa por ver programas de friki. Pero si no lo hubiera visto, me habría perdido a alguien que dice la verdad.
Vamos, digo yo.

P.S.: ¡Oh, sorpresa!¡Oh, conmoción! Dos soldados han muerto en Afganistán. Igual un día de estos un poli muere en un tiroteo o un bombero en un incendio. O un niño se pelea con otro en el colegio. No sé dónde vamos a llegar, no sé.

sábado, 8 de noviembre de 2008

¿Crisis? ¿Qué crisis?

Sábado por la mañana.
Mientras una escuela en Haiti se lleva por delante a más de 20 niños --hasta la hora en que escribo esto--, en Congo sigue la lucha por el control de los territorios mineros con la presión de Rwanda sobre la pobre República que es nuestra vergüenza.
Ni la ONU ni ninguna de las sangrientas potencias que decidieron que había países allí donde había materias primas han conseguido todavía establecer un corredor humanitario en la zona. En la misma zona de siempre, donde en el último mes ya ha habido un movimiento de "desplazados", es decir: gente que huye, que se queda sin nada, que es perseguida y vive con la muerte en su nuca, que diversas fuentes cifran entre el millón y los dos millones de personas. Quiero recalcar la palabra personas. En una aldea, cercana a la frontera, han encontrado más de 20 cadáveres, de personas. Pero no se sabe la magnitud de la masacre: ni enviados ni cooperantes han logrado reunir el valor o la oportunidad de acceder a todas las casas de la aldea. Como en otras ocasiones, escucharemos dentro de un tiempo que a las madres les quitaron los hijos del pecho para estrellarlos contra una pared, para después violarlas, desmembrarlas delante de sus maridos y después asesinar a éstos, o convertirlos en mineros esclavos. Quizá incluso los perpetradores sean críos de 12 ó 13 años. No es difícil predecirlo. Ya ha sucedido, y sucede. Y sucederá.
Sábado por la mañana.
El País, edición digital. Portada (aparte de Obama):
"Diamantes sobre modelos de plástico"
"Marc y Calderón, discretos"
"Un museo submarino"
"Sol, playa, paella y... geriátricos"
Vale: no podemos hacer nada, porque no vamos a renunciar a nuestro teléfono móvil, ni a los anillos de pedida. Vale: no podemos hacer nada porque los poderosos son eso: poderosos. Vale: el mal en África es estructural. Pero al menos podrían informar de lo que pasa en ese sitio que la inefable Palin creía un país y no un continente.
Porque así, por lo menos, nos daría vergüenza. Aunque fuera sólo un poquito.
Vamos, digo yo.
P.S.: Cuando los de las chaquetas con coderas, gesto adusto y voz meliflua critiquen al cine de Hollywood, recordémosles Diamante de Sangre, o El Último Rey de Escocia,... entre muchas otras. Aquí, por ejemplo, podemos ver una bonita película sobre los años del destape. O leer en El País digital las maravillas de los museos submarinos que México ha puesto a disposición de los turistas que aún pueden llegar allí.
Y ya que estamos, recomiendo la lectura de la novela de LeCarré: "La Canción de los Misioneros".

miércoles, 5 de noviembre de 2008

El muelle, las magnitudes y el escalofrío.

Qué sueño...

Tengo que empezar por decir que soy de muelle flojo, como saben mis amigos y aprecian mi mujer y mis amigas. Así que cuando ví anoche llorar al Reverendo Jesse Jackson y a muchas personas negras –pero también de muchos otros colores-- con lagrimones como puños en Grant Park casi lloro yo también. A mi pesar, como me ocurre con en el final de Love Actually, pero con el moco colgando. La noche de ayer tiene una potencia simbólica, semiológica, tan descomunal como innegable. El senador Obama fue consciente de ello y lo asumió como una primera corona de la tiara de su entronización. Hay muchos estadounidenses que se sienten despertando de una pesadilla espantosa. Del resto del mundo, ni hablamos. El trío de las Azores, definición más apropiada para boleristas itinerantes, fue vencido ayer por un as de intangibles.

En segundo lugar, me alegro de haber sido tan pesimista antes de las elecciones. Al final, Missouri (no Massachussets, como escribí por error) casi da la sorpresa. Pero las victorias de alto calado simbólico en Indiana y parece que en Virginia y Carolina del Norte acabaron con el pobre héroe vencido que tan elegante y rápidamente entregó la cuchara con su exótica y carpetovetónica partenaire creacionista. Y digo que me alegro no sólo porque disfruté el doble de la derrota de los neo-con y los faescistas (que presumo momentánea), sino porque realmente la bolsa de estupidez parece tener un tamaño relativo menor del esperado. Y que el grano GWB que McCain llevaba en la espalda era demasiado grande para ser extirpado o escondido. De hecho, cuando ví que el PP en bloque empezaba a hablar bien de Obama, ya di mi pesimismo por refutado. La inercia de la derecha española, que tiene el reflejo de sacar la lengua en cuanto ve el trasero gringo –Josep Piqué debe estar todavía en sesiones de fisioterapia--, confirmaba mis mejores esperanzas.

Cuidado: sigo pensando que antes que Obama, Obama será Emperador, y que el guión, el papel y el escenario son los que son. Y que va a ser el presidente que se enfrente al peor mundo posible desde Roosevelt. Y que hasta ahora Obama ha vivido en el mundo de la abstracción, de los valores que repitió ayer ante las lágrimas demócratas. Y que cuenta con suceder al peor presidente de la historia de los EEUU que, además, deja la casa como te deja el coche tu cuñado, por seguir con los estereotipos. Pero qué quieren: ver al Presidente del Tribunal Supremo tomar juramento a un hijo de keniano y pronunciar el segundo nombre del Presidente Electo, Hussein, va a ser un regalo de reyes con dos semanas de retraso. Aunque sólo sea por estética.

La magnitud de la victoria, no obstante, tiene claroscuros. Algunos chuscos, como la victoria republicana en Louisiana, donde todavía se ven las cicatrices de un Katrina que dio el primer beso de la muerte a GW. La insistencia del corredor de los tornados en votar republicano, como en seguir haciendo las casas de madera y sin cimientos, me recordó a la victoria popular en los pueblos afectados por el Prestige. Otros son más serios. Como dijo Checa –asesor electoral especialista en sondeos del equipo de Bill Clinton, entre otros-- en Cuatro, hay que ver si realmente la victoria de Obama va a determinar la dirección unitaria del Partido Demócrata y su lugar en el espectro político o si ha sido una victoria táctica, insuficiente para cerrar según qué heridas abiertas por unas primarias hemorrágicas que ponían una sombra anticipada sobre la idoneidad del candidato electo.

También hay que esperar a ver cómo queda definitivamente la mayoría demócrata en el Senado –parece que la del Congreso está más que apuntalada—para que las iniciativas del Podemos (Yes, we can para los del plan nuevo) no se conviertan en Casi, casi. Citando una frase de Air Force One, si no puede evitar los bloqueos del Senado Obama tendrá el mismo poder que la Reina de Inglaterra. Por cierto, que me sorprendió que un tipo tan potente como Gabilondo no diera mucha importancia a esta elección como sí lo hacían otras cadenas españolas y no digamos las estadounidenses. Y eso que Iñaki estuvo, a pesar de la hora, tan fino como para sugerir, con razón, que el capital simbólico y de esperanza que ha llevado a Obama a la Casa Blanca (ojito a la ironía del oximoron) es de tal magnitud que el Presidente Electo no va a poder sino defraudar.

Luego están los escalofríos. Nadie adelantaba una israelita –sondeo a la salida de los colegios--, nadie daba un pronóstico. Estoy seguro de que todavía se recelaba de algún pucherazo modelo Ohio 2004 o Florida 2000. Aún se pensaba que los Cheneys, los Rumsfeld y sus diablillos tenían algún as en la manga. Todo el mundo estaba contenido, a pesar de que en la fiesta republicana se cantaba country pero no se daban datos a los asistentes –los fachosos siguen sin darse cuenta de que hay móviles, internet,...--, y ningún analista se mojó hasta que cayó Pennsilvania, llamada jocosamente, por algún analista demócrata en la Fox, El Álamo de las esperanzas de McCain. Quizá también por eso el estallido de Grant Park fue más explosivo. Pero todos esos miedos estuvieron ahí, como una nube, hasta casi las cinco de la mañana, hora de aquí.

Finalmente, otra experiencia personal. Cuando González cabalgó la marea del 28 de octubre del 82 en España, con sensaciones –a escala—parecidas a las de anoche, dijo una frase que a mí me heló el espinazo con un escalofrío: “gobernaré para todos los españoles”. Ayer, Obama dijo la misma frase, cambiando la nacionalidad de sus gobernados, como es natural. ¿Por qué es siempre la no-derecha (decir que González u Obama son izquierda es una hipérbole descomunal e injusta) la que dice eso? Primero, se da por supuesto. Segundo, cuando los otros suben al poder gobiernan para y por los suyos. Demonios, gobernad para nosotros aunque sea por una vez y los otros que aguanten o se adapten o se resignen, como hemos aguantado santamente los demás al trío de estúpidos más infausto de la historia reciente. Al menos, por favor, gobierne un poquito más para nosotros.

Vamos, digo yo.

Reciba un cordial saludo de su esperanzado súbdito.

P.S.: No puedo resistir mencionar a ese pedazo de política y luchadora que es Hillary Clinton, con botox y todo. Se ha dejado las cejas y más cosas para que su candidato ganase estas elecciones, suturando la tentación revanchista o diletante que arruinó a otros candidatos en el pasado y que ha hecho padecer a los demócratas una enfermedad que aún no ha sido sanada.

P.S. 2: Ojalá hubiéramos escuchado un discurso como el de McCain, el viejo soldado torturado, vencido y bajito, después de algunas elecciones en nuestra pobre provincia imperial. Pero de donde no hay no se puede sacar. Por cierto: ningún veterano de guerra ha ganado unas elecciones presidenciales desde Ike.
P.S.3 (o wii, me da igual): Es esperanzador pensar que esta elección, como decían los analistas de ambos partidos anoche, puede cerrar para siempre la cuestión racial, la historia infame que aún pende en el recuerdo de los extraños frutos del sur. Pero sólo esperanzador. Veremos.

sábado, 1 de noviembre de 2008

El Margen de Obama y el Factor Palin.

Primero, para los cretinos políticamente correctos de ambos géneros que sin duda no leen este blog, debo hacer constar que escribo en un país que ha tenido como alcalde a Jesús Gil y Gil, que tiene como presidenta de una Comunidad Autónoma a Esperanza Aguirre y cuyo partido en el Gobierno, sedicente socialista, acaba de salir a defender a una reina a la que no debería reconocer más allá de un instrumento suficiente pero no necesario de su propia claudicación en aras de una democracia burguesa, pactada y deudora de los agentes financieros.
Dicho esto, sigo perplejo por la manera en que los medios demócratas estadounidenses y la mayoría de los europeos de muchos colores creen firmemente en una victoria del senador Obama el próximo martes de dolores electorales.
Hay motivos técnicos para sospechar que el margen que se da al Senador es más amplio de lo que finalmente será:
1. Que el margen de error de las encuestas tracker (para los del plan nuevo: encuestas constantes, casi cada doce horas) es superior a lo normal: entre 5 y 6 puntos. Eso, en márgenes de ventaja demócrata que oscilan entre el 7 y el 11, es casi como decir "empate".
2. Que una cosa es el voto popular y otra los votos electorales. Estados como California, Ohio y algún tapado del noroeste --temo sorpresas en Massachussets, por ejemplo-- pueden ser determinantes. No digamos el coto bushiano de Florida. Por si alguien lo ha olvidado, Al Gore ganó a G.W. Bush por más de 500.000 votos populares. Y es que, como pasa en España y en muchos lugares, lo de "un hombre (o mujer), un voto" es como "si eres bueno irás al cielo".
3. Que en esta campaña no ha habido "momentum", tendencia. Ni picos ni valles, ni una subida continuada de Obama ni un despeñarse de McCain, ni viceversa. En este tipo de campàñas de encefalograma plano, lo habitual es que los márgenes se estrechen incluso hasta hacer que, como en 2.000, una cantidad ridícula de votos pueda inclinar la balanza en uno u otro sentido. Sentido habitualmente favorecido por ciertas empresas hacia la ultraderecha.

Por otra parte, hay algunas cosas que no tienen que ver con la técnica, y sí con lo que en asesoría política algunos --ya no ejerzo, pero esto es como un sacerdocio-- llamamos "olorcillo". Y hay cosas que huelen a McCain.
1. Ví a McCain en Saturday Night Live haciendo el payaso y lo hizo como nadie. Y la tendencia de los electores de todo el mundo a elegir payasos en la última década y media es extraordinariamente notable.
2. Ni una sóla vez he visto a McCain dejar de ser él mismo, abandonar el ideario republicano de menos impuestos=más riqueza para los que saben y pueden crear riqueza; ni abandonar el ideal imperial de la conquista guerrera, de la que él es heredero e imagen viva (que sea veterano de una guerra que perdió parece irrelevante incluso para sus adversarios); ni ha invadido el terreno de las petroleras, de las empresas de seguridad, de armas o farmacéuticas. Es lo que es y lo dice, incluso poniéndose sobre alzas sobre un atril: eso ya no cuesta votos.
3. Por encima de todo, los esperanzados obamistas creen que McCain cometió un error al fichar a la Gobernadora Palin como compañera de papeleta. Y este es el punto más importante: Sarah Palin es el exponente más claro y meridiano de la esencia de los valores, de la imagen colectiva, del imaginario estadounidense. Y no me refiero a los pocos y cultos estadounidenses que viven en las dos costas ricas sabiéndo qué ocurre en el mundo y dónde localizar su país en un mapamundi. Me refiero al 80% de estadounidenses que viven en un medio rural, con un sistema de estudios prácticamente nulo, con un nivel cultural que haría avergonzarse a un repetidor de primaria. Esos que se arman hasta los dientes, que beben hasta caerse, que creen en un dios de venganza y que cualquier extranjero es un terrorista. Los que dicen que el cambio climático es una chorrada liberal que pone en peligro sus coches de doce cilindros.
Sarah Palin cree que la Evolución --cuidado, que aquí todavía leo "teoría de la Evolución", cuando resulta que es un hecho-- es un cuento liberal. Que la gente tiene derecho a abrasar a tiros para defenderse de lo que sea que cree que le amenaza. Que los bosques de Alaska son menos importantes que la energía para mantener los silos nucleares y los todoterrenos de las soccer moms... Y así. Sarah Palin es, sencillamente, lo que ahora son los Estados Unidos. Es exactamente lo que necesita un extraño republicano como McCain para decir: "eh, que somos nosotros, ¡votadnos!". Por más que le duela al sofisticado y erudito editorialista del NYT.

Por otra parte, al final ¿qué más da? Cualquiera de los dos será emperador de una Roma decadente, cuyo liderazgo moral se ha perdido. Un emperador a quien gobernarán las provincias díscolas. Un emperador a la defensiva. Y en plena crisis. Si yo fuera cualquiera de los dos leería la biografía de Antonino Pío.

En fin, nos veremos el miércoles. Y creeremos que uno de los dos ha ganado. Y creeremos, como en la obrita de Brecht, que es el Presidente de los Estados Unidos.

Vamos, digo yo.

jueves, 30 de octubre de 2008

Llamazares el Bullidor y la Izquierda Hueca.

Cuando hay un futbolista sobre el campo que no para de correr, aunque sea sin rumbo y luego no dé un pase acertado o no marque un gol, se dice de él que es “muy bullidor”. El público, claro, le reconoce el esfuerzo, pero sabe que su única virtud es la de correr de un lado para otro. En realidad, bullidor es un eufemismo: significa esforzado, pero inútil.
Viene esto a cuento porque el martes estuve en la presentación del libro que han escrito, como diálogo, Almudena Grandes y Gaspar Llamazares, editado por Rafael Sarró y publicado por la Editorial Antonio Machado. Y durante todo el acto no sentí sino perplejidades. Y digo perplejidades porque fueron varias, algunas de ellas jocosas.
La primera perplejidad fue la edad media (nunca mejor dicho) de los asistentes al acto. A mis cuarenta y cinco, me sentía como un alumno de primero de carrera en una reunión de decanos de los antiguos, de los que hacían de jefes de Don pantuflo Zapatilla. Al final agradecí solidario la relativa brevedad del acto, porque no pensaba que tanta próstata castigada pudiera resistir más de la hora y cuarto, aproximadamente, que duró la presentación.
La segunda fue constatar que, a pesar de estar acostumbrado a analizar y maravillarme con los milagros lingüísticos y el poder irónico de los signos, el destino había vuelto a jugar con llamazares: la única cámara de televisión, el único micrófono, tenían el logo de “Caiga quien Caiga”. Llamazares es un buen hombre y, a veces, digno de conmiseración y empática solidaridad. Dos características nefastas para un buen político. Y encima, eso.
La tercera fue que él mismo había elegido como espárrin de su socrático –no platónico, como el joven presentador del acto declaró—libro-diálogo a Almudena Grandes. Yo la consideraba una de las escritoras más sobrevaloradas de la historia de la literatura en castellano, afortunadamente a partir de ahora la consideraré también una intelectual fallida, monocorde y tan profunda y penetrante de pensamiento como una broca de plastilina. Como conozco a Gaspar, creo de veras que no la eligió para dar más brillo a su figura y a sus exposiciones. Pero es uno de los efectos saludables del libro.
La cuarta fue la sarta de animaladas, estupideces y lugares comunes, acompañadas del correspondiente autoflagelo que tuve que escuchar hasta que habló el propio Gaspar. Se dijo, por ejemplo, que la nueva sociedad había operado un “cambio antropológico” (sic) al que la izquierda “no puede responder, no ya con ideas y argumentos de hace dos siglos, ni siquiera con ideas y argumentos de hace quince años”. Idea que repitió la señora Grandes con entusiasta y poco meditada fruición.
Y esto es notable estupidez, en mi opinión, por tres razones: la primera, porque las ideas no tienen vigencia cuantitativo-diacrónica; compruébese si no el éxito despiadado y continuo de budistas, católicos o, ya que estamos, del capitalismo. Son tres o cuatro, son claras, y en el mejor de los casos llevan vigentes más de dos siglos y medio. La segunda porque no conozco más cambio que los cambios antropológicos. Es posible que los haya de otro tipo, pero no me interesan, porque un servidor no es un delfín, ni un mapache, ni un pino piñonero. Que los marxistas sigamos pensando que los cambios sociales son por definición cambios antropológicos, que la frontera entre ambas definiciones de campo es académica, es culpa de Lévi-Strauss y otros rojos a los que ya nadie lee porque escribieron hace más de quince años. La tercera, pero no menos importante, porque resulta que los que tenemos memoria y somos del plan antiguo, sabemos que la izquierda no fracasó por ser una izquierda inadaptada, sino porque precisamente se adaptó y por eso dejó de ser izquierda, renunciando a sus herramientas de análisis, a sus acciones de cambio y a la movilización a cambio de conquistas burguesas que, ahora, están en peligro.
Se presumió mucho en el acto de autocrítica, de asunción de errores y de derrotas deprimentes. Pero no se llegó al fondo de la cuestión: la izquierda dejó de ser marxista. Y con ello dejó de ser izquierda.
Arrear palos a los ultraortodoxos del PCE no va a arreglar nada. Aceptar la democracia burguesa de forma acrítica, poner las esperanzas de la refundación en el republicanismo del que fue fiel devoto el mismísimo Zapatero y presumir de que el espacio de la izquierda es compartido por más personas que votantes sólo da para una poética, no para una política. Llamazares me cae bien por eso, porque es un poeta. Pero de político, nada. Y así le (nos) ha ido.
Y “tratar de llegar” a esas bolsas de gente alternativa, activa, ecologista, concienciada “en su propio lenguaje” es la otra enorme estupidez, la más descomunal: un partido no puede hablar a sus votantes como ellos. Como un adulto no puede presentarse ante sus hijos adolescentes y sus amigos y emplear expresiones como “chachi”, “guay” o “mola mazo”. Porque canta y se ríen de él. Un partido tiene que liderar el lenguaje. Tiene que liderar y poner por escrito la ideología que guía el análisis, la acción y la corriente política. Un partido tiene que atraer con principios, solidez y con una identidad basada en unas ideas inconmovibles e irrenunciables adaptando, sí, la praxis, pero no el análisis. Nada de simplificar. Nada de ideas sencillas, nada de acercarse al votante en su terreno. A estudiar, a juzgar, a actuar. A complicar las cosas.
Porque un pobre es pobre sin internet y con internet. Y un capitalista salvaje y protodelincuente lo es con y sin teléfono móvil. Y un hideputa lo es con muro y sin muro de Berlín.
Vamos, digo yo.
(La pena es que Llamazares se nos va. Y es un tipo muy bullidor, de los que la afición siempre se apiada. Claro, que yo prefiero a Guti o a Curro Romero).

P.S.: De hecho, todo este ladrillo Forges lo explicó mejor en menos tiempo:

http://www.elpais.com/vineta/?d_date=20081029&autor=Forges&anchor=elpporopivin&xref=20081029elpepivin_1&type=Tes&k=Forges

martes, 28 de octubre de 2008

Estúpidos, cultura y desfachatez.

Vivimos en una región cultural en la que los estúpidos no sólo no se esconden, ni se avergüenzan de su estupidez, sino que ocupan titulares, horas de programación y no digamos puestos de responsabilidad privada y pública.
En cualquier día, hay tantas estupideces en las páginas o imágenes de todos los medios que es casi imposible hacer un seguimiento. Precisamente ahí radica su poder, en la saturación.
Por ejemplo: un ejecutivo de Antena3, ante el fracaso mayoritario de audiencia de las nuevas series estrenadas en las televisiones, dice que el público “cuanta más oferta, se vuelve más conservador”. Claro que si dijese que los nuevos estrenos son una porquería no trabajaría más en el medio, y uno tiene hipotecas que pagar. Eso lo entiendo. Pero entonces uno responde con una evasiva (“lo estamos estudiando”) o acepta parte de la reponsabilidad, sin azotar a sus borreg... a sus públicos (“quizá no hemos conectado con nuestros públicos de la manera que esperan”) o, finalmente, puede callarse. El silencio está muy infravalorado.
Por otro lado, amigo mío, no hay más oferta: si uno pone series los jueves, todos ponéis series los jueves. Si ponéis película el sábado, todos a poner película el sabado... Y así. Lo que no hay es una oferta arriesgada de contenidos, profundos, innovadores, alternativos. Porque en España no veríais un guión como el de Dexter sin horrorizaros. O un programa que no sea concurso o del corazón sin llevaros las manos a la cabeza. Y no hacéis sino adaptar –regularmente, en ambos sentidos-- ideas made in USA. Y lo digo por experiencia (sé que lleváis encargando el guión de un House a la española más de año y medio). No sabéis de televisión, de mercado ni de públicos, porque no investigáis. Pero largáis tonterías y, lo que es más sorprendente, las publican.
Luego están los de la campaña de las Nuevas Generaciones del PP (nombre que, de por sí, ya me levanta un sarpullido: ni son nuevas, porque los pijos fachoides son tan invariables como la velocidad de la luz en el vacío, ni son generaciones, porque no se reproducen: se clonan. Si no, es pecado): “ZP nos deja en pelotas”.
Ni crisis mundial ni neocon depredadores, ni virus criptocapitalista, ni fascismo especulador... Nada: ZP. Lo que explica por qué no va a la famosa cumbre: es el culpable, ni más ni menos, que de la crisis global. Jolines, como para dejarle entrar en la reunión. Deberían juzgarlo por crimen de lesa humanitas en Ginebra. Digo yo.
Eso nos lleva a los publicitarios que creen que adaptar a la política las normas y la creatividad publicitaria de mercado se puede hacer sin cometer estupideces. Por ejemplo, la propia marca ZP para un presidente al que la derecha nunca reconoce legitimidad –faltaría más: ellos siempre quieren ser el Califa en lugar del Califa—y cuyo mayor mérito de imagen es conseguir, discurso tras discurso, no ofender a los curas, aceptar las directrices de la banca y mover las cajas invisibles en un atril desangelado. Pero qué gracioso es lo de ZP.
No nos extrañemos, por tanto de que unos estúpidos reunidos en una casa para que su nada sea observada siga en la parrilla de programación. Ni que un ente faescista (y protofascista en modos, medios y realizaciones) como la Aguirre sea votada mayoritariamente. No nos extrañemos de la cara de idiotas que se nos queda viendo los anuncios de automóviles (de hecho, se dirigen a otros publicitarios, para que en las fiestas les den palmaditas en la espalda sus futuros despedidores).
Digo que no nos extrañemos porque somos un atajo de estúpidos. Y los estúpidos hacen estupideces.
Lo que no hacemos algunos es presumir de nuestra condición. Cuando se alardea, siendo Aznar, Zaplana, Acebes o Mercedes Milá, se incurre en la desfachatez.
Y eso no.

miércoles, 22 de octubre de 2008

Izquierda (¿Qué Izquierda?) y Comunicación.

En los años 70, cuando alguien se declaraba "apolítico" todos sabíamos que era un fascista o un franquista que no se decidía a salir del armario. En los 80 y 90, cuando alguien decía que había acabado la historia, sabíamos que era un fascista vestido de yuppie mamando de la vaca reaganiana. Ahora, cuando alguien declara que la frontera entre derecha e izquierda se ha difuminado, algunos sabemos que lo que ocurre es que en la escena pública la izquierda no existe y el que lo dice es el hijo o el nieto del "apolítico" setentero.
He estado en unas cuantas reuniones estratégicas como asesor de comunicación para distintos partidos políticos autodeclarados de izquierda. Y siempre me ha producido una enorme perplejidad ver cómo todos se afanan por conseguir el voto de la derecha, en lugar de buscar y afianzar el voto de izquierda. Hasta que caí en la cuenta de que el problema es doble: comunicativo e identitario. Son dos caras de lo mismo. Trataré de explicarlo:
La izquierda fue víctima de la invención de la publicidad y la comunicación de masas, si no inventada, al menos sí perfeccionada por los movimientos fascistas post-crack del 29. La derecha siempre ha comunicado igual. Ideas simples, consignas en lugar de razonamientos y construcción de universos simbólicos en los que uno siempre tiene la razón de la pureza y la fe --en lo que sea-- frente a los enemigos exteriores, torvos, inmisericordes y amenazantes.
Cuatro o cinco frases repetidas hasta la saciedad, un enemigo claro y definido y el desprecio por el razonamiento y el diferente: esa es la receta para hacer que en el mundo de la derecha todo sean verdades absolutas. Cualquier asno es capaz de entender lo que diga un Hitler, un Franco, un Bush o una Aguirre. O un Colgate, vamos a poner.
Frente a esta simplicidad, funcional, pragmática y barnizada con Grandes Valores irrenunciables, la izquierda siempre ha ofrecido análisis más complejos. La izquierda, especialmente la izquierda post-industrial, tenía que ser semioclasta, es decir, desenmascaradora de los significados complejos y ocultos de lo que se vendía como cápsulas ideológicas de fácil digestión. De ahí que nuestra República y, en general, todos los movimientos de izquierda, hayan luchado históricamente por extender la cultura y la educación. Es muy difícil ser de izquierda. Hay que analizar, leer, atender a las noticias, saber cómo piensan los que detentan (sí: detentan) el poder o los poderes, conocer los mecanismos de la sociedad, de sus representantes, tener nociones de economía, de interacción entre fenómenos aparentemente diversos... Vamos, un curro. Y además, te amarga la vida.
En resumen, cuando la izquierda decide comunicar de manera simple, sencilla y notoria, está jugando fuera de casa, con reglas ajenas y en desventaja numérica. Por eso siempre da la sensación de que la izquierda se comunica mal. Y no es eso, es sencillamente que la izquierda no puede comunicar como la derecha, porque no piensa igual, porque no es igual... Hasta ahora. Porque resulta que luego está el problema identitario. La transición y la decisión histórica de la izquierda mayoritaria de abandonar el marxismo trajeron consigo la "izquierda EL PAÍS". Es decir, declarar el liberalismo de mercado como verdad universal y ser "progresista" en las llamadas cuestiones sociales. Divorcio y aborto, sí; socialización de la banca, ni mentarla. Fiestas de Carnaval sí; propiedad estatal de los servicios públicos, ni hablar... Y así todo.
En este panorama, la izquierda pasó de ser una propuesta de cambio de la estructura social a ser un barniz compasivo --en esa palabrita se basó la primera campaña de G.W. Bush, para que vean-- que paliara los efectos del capitalismo ahora ya sin brida.
En resumen: la izquierda no puede comunicar porque no sabe y comunica como la derecha porque ha dejado de ser izquierda. Siempre se puede ser Izquierda (haha) Unida (haha). Pero entonces estarás fuera de juego o acabarás pactando con el PP. Las reglas siempre las marcan "ellos".
Digamos de paso que esta sutura de salvajismo de mercado con maquillaje en España se ha llamado "centro". Y se considera que su bolsa de votos es la que da y quita mayorías. La persecución del voto del centro ha sido y es un Dogma al nivel de la Transubstanciación: no sólo hay que creérselo sino que, además, es un misterio. Porque el centro no tiene perfil. Nadie es capaz de perfilar al votante de centro. Pero se sabe que existe porque es muy sensible a la comunicación simple, directa y sencilla. Para mí esto es una demostración clara de dos cosas: que la gente de centro es de derecha y que los que buscan su voto tienen que parecer que lo son, aunque sea un poquito.
En España, la derecha ha recuperado su peso gracias a que se hizo de derecha, pero bien. Si Aznar y sus acólitos no hubieran hecho de la mentira y del desprecio a la dignidad una norma casi deportiva, ahora seguiríamos con gobernantes faescistas instalados en una cómoda mayoría absoluta. Lo que pasa es que, como buenos neocon, neoliberales y neofascistas, no pararon de morder hasta que se amputaron a sí mismos por error. La izquierda, por el contrario, ha perdido votos a medida que dejaba de serlo.
ZP (hay que joderse con los publicitarios metidos en política) y los suyos no se presentan ahora como izquierda. Ni siquiera ahora, que todos los de la corbata y el Tocomocho global han dado la oportunidad a la izquierda de, al menos, decir "ya os lo decía yo". La SER ha cambiado el Hoy por Hoy de Gabilondo por una revistilla de variedades presentada por un socio del Barcelona --lo digo porque él lo recuerda cada día, vete a saber por qué-- a quien esta mañana he escuchado decir de la crisis entre UPN y el PP que es "una passada", ossea, ¿sabes? En plan...
IU está inmersa en el proceso de repartirse la nada y los sindicatos, con el culo como la bandera de Japón, aguantan el tipo mientras el presidente de la CEOE saca músculo y EREs.
Joder, yo soy de izquierda. ¡Qué vida!

sábado, 18 de octubre de 2008

Dos Experiencias Personales y una Perplejidad.

Me dicen el otro día --y leo luego en el foro de El País-- que siempre somos los ateos los que ponemos a parir a la Iglesia. Vale. Es cierto. Sobre todo los que nos formamos bajo la tutela de la institución tenemos esa tendencia. La explicación es muy simple: lo que la Iglesia dice pretende que afecte a todas las dimensiones de la vida de todos los seres humanos. Así que sólo por eso ya me siento concernido.
Vaya por delante que me parece --bueno, y tengo documentado-- que la creencia acrítica y aproblemática se corresponde con la incultura. Y me parece que eso lo sabe cualquiera, dentro y fuera de la Iglesia, que tenga una cierta formación y no sea un redomado asno como Monseñor Rouco Varela. Así que el primer sofisma que se puede derrumbar es el hecho de que la llamada "cultura", la formación, lleve al ateísmo. Lo que lleva es a no comulgar ruedas de molino. Luego los procesos que llevan a creer o no creer son más de tripa para dentro. Y esto es lógico porque para una persona formada todo es complejo, todo es susceptible de análisis problemático y de crítica. Las dictaduras, la publicidad y los nazis (esa maravillosa combinación de ambas) son siempre partidarias de las fórmulas simples. Reducir, como ha hecho Monseñor, el fenómeno del nazismo a la laicidad de la sociedad industrial no sólo es falaz: es de burros, de iletrados, de ignorantes o --miedo me da-- de malvados.
Pasemos por alto el hecho de que una parte de la derecha católica puso a Hitler en la Cancillería, no discutamos las cuestionables y cuestionadas acciones y omisiones, quizá más graves, del próximo Papa San Pío. Pero pasar por alto la Cruzada Católica que Franco encabezó bajo palio y de la que aún nos llega el olor de los cadáveres, eso sí que no. Bromas las justas. Claro que seguramente Monseñor Rouco subrayaría las diferencias entre un fascismo y otro.

La otra experiencia personal no tiene nada que ver con el enfado, sino quizá con la nostalgia democrática. Piden en la SER que enviemos preguntas para una entrevista a Esperanza Aguirre. Mi pregunta (impublicable, ya lo sé) era: "¿Es que no tiene usted dignidad, señora? ¿Es que no tiene dignidad?"
Un viejecito al borde de la muerte le hizo esa pregunta a McCarty y sus acólitos. Esa pregunta causó una sacudida tal de conciencias en la comisión del Senado, en los medios y en la opinión pública que encabezaba aquél siniestro cazafantasmas puritano y cejijunto que arrancaron de raíz los cimientos de la caza de brujas. Esa pregunta reforzó la ahora imaginaria superioridad moral y profundidad de la democracia. Esa pregunta datan, claro está, de los años 50. Dudo que quien seleccione las preguntas que se destinarán a la presidenta ilegítima de la CAM entienda siquiera que no la envió un loco --creo...--.

Y ahora la perplejidad. ¿Le parece a alguien que Mariano Rajoy cree en algo? Ya no digo en las sandeces y faescistadas que repite como un muñeco de cuerda según toque. No digo en esa patria de la que oía la aflicción, de esa Navarra en venta, de esa ETA disfrazada de yihad, ni ninguna otra obra de ficción guionizada por el del corsé rojo. Digo en cualquier cosa. La que sea. Porque igual ese tipo llega un día al Gobierno y prefiero a los malos con relleno, la verdad.
Pero ni comparación, oye.

martes, 14 de octubre de 2008

Al fin, buenas noticias.

Definitivamente, cada europeo va a pagar entre 5.000 y 11.000 € (según estimaciones: o sea, que será más) para salvar a los pobres hombres ricos y a los bancos víctimas de su toco-mocho. Ya se escucha el júbilo, las alegrías y cuchufletas de los Pantuflos del parqué. Las ovejas escuchan el alborozo de los lobos.
Ahora bien, habría que extraer, de la premisa de la intervención, el silogismo correspondiente: Cuando el ciclo vuelva a remontar, me imagino que los que hemos comprado con nuestro dinero esa parte de los bancos seremos los felices poseedores de las acciones correspondientes por el importe de lo que hemos desembolsado. ¿no? Es decir: el banco se arruina, le doy el dinero, da beneficios, comparte los beneficios.
Este ejercicio de ingenuidad lo hago a propósito, claro. Porque el hecho es que los bancos nacionalizados ahora --o "intervenidos", que es el mismo desgarro, pero con vaselina-- volverán a manos privadas cuando vuelvan a ser negocio. Como ocurrió con Iberia, Telefónica, Argentaria... Entonces los compañeros de pupitre, los poceros y sus concejales volverán a su sitio, seguirán los salarios de miseria y los faescistas volverán a entonar los te deum a mayor honra y prez del liberalismo contra los progres trasnochados que seguimos pensando que el dinero y la propiedad deben ser de todos.

Rojo que es uno, y además, tonto. En fin...

P.S.: no crean que he sido muy demagógico. Sé que lo que ha puesto el Estado es la garantía que garantiza que el banco sea capaz de devolver el dinero de nuestros depósitos e inversiones. No todo, claro. Sólo una parte. Y que no es lo mismo que repartir acciones. Mi pregunta es: ¿y por qué no se reparten acciones? Lo dicho, preguntas tontas de un marxista lleno de telarañas. Menos mal que cuernos no llevo. No todo puede ser malo.
Perdón por extender el post. Pero acabo de enterarme de que el oro de inversión está exento de IVA. Los libros no. Toma demagogia barata y trasnochada. Que aproveche.

jueves, 9 de octubre de 2008

Los prefijos y la ideología de la mentira.

Los prefijos son un elemento lingüístico muy menospreciado. Creemos que la cultura y aun la ideología suelen residir en los radicales. Y, aunque comprendemos muy bien lo que puede variar un sufijo (no es lo mismo cabrón que cabroncete, por ejemplo), solemos dar de lado a las partículas que, antepuestas a una palabra, la varían y, a veces, la desfiguran.
Uno que me gusta mucho porque se usa mal es Neo-. Significa nuevo pero, curiosamente, se emplea como "ligeramente distinto" o "distinto" sin más, algo o alguien que ha evolucionado para ser diferente a su caraácter original. Así, por ejemplo, se llama "neofascistas" a los fascistas de toda la vida pero más jovencitos. Defienden lo mismo que sus ancestros --que rima con cabestros: la lengua es un tesoro lleno de armonías sutiles, que diría un medieval-- y tratan de imponerse con los mismos medios. No sé qué tienen de nuevo.
También se llama "neoconservadores" a los conservadores de toda la vida que se han vuelto más codiciosos si cabe, que cabe. si se han hecho más codiciosos, más descarados y encima presumen de sus catastróficas estafas podríamos llamarles, bien "re-conservadores", "requete-conservadores" o "hijos de perra", que sería lo más normal porque son los mismos perros pero con distintos collares. Claro, que en los medios quedaría fatal decir recón --que también rima y califica per especulum et in aenigmate--, o hipe, que suena como mal, ossea, oyesss...
También se usa raro el prefijo para-, "imitación". Cuando se aplica al sustantivo militar es muy gracioso, porque describe una organización que es militar en todo, estructura, mando, tácticas, logística, etc., menos en el nombre. Simplemente hablamos de organizaciones paramilitares cuando describimos organizaciones opositoras demasiado numerosas, poderosas y establecidas como para no rebajarlas al nombre de terroristas. O sea, que aquí viene de "paralelo" y no de "imitación".
¿Qué decir de las paraciencias? Aquí para significa "mala imitación" y legitima el que la comunidad científica se encoja de hombros ante fenómenos que todo el mundo sabe que existen pero se niegan a investigar --al menos de cara al público. Si dices que el problema es que la ciencia sólo puede investigar científicamente aquello que la ciencia decide que puede ser objeto de investigación científica, te miran raro. Y con razón: bastante difícil es ya conseguir las subvenciones como para mencionar a Gödel. Ahora bien, el dinero lo cambia todo y puede con los prefijos: antes la acupuntura era paramedicina. Ahora que los chinos son un mercado y no una panda de rojos peligrosos --o no sólo-- ya es "medicina tradicional oriental". Chúpate esa.
Lo paranormal es otra cuestión. Porque a todos los fenómenos que se califican así no se consideran "anormales" o "poco normales" o raros simplemente. Y no se sabe si se trata de fenómenos que hablan de una realidad paralela o de una realidad imitada. Lo cual es más inquietentemente metafísico que un poltergeist. A mí por lo menos me inquieta más. Quizá porque los poltergesit que he visto han sido amables, no lo sé. Por ejemplo, no sé si la intervención de Soraya Sáenz de Santamaría en 59 segundos fué paranormal, anormal o poco normal. A mí me pareció neo-obscena, pos-mentirosa y para-política.
Si es que los prefijos los carga el diablo.

miércoles, 8 de octubre de 2008

Economía para Dummies (II) y otras cosillas.

Los bancos y las empresas entran de vez en cuando en crisis de beneficios. Es decir: ganan menos que el año o el trimestre precedente. Eso no quiere decir que ganan menos. Sólo que han ganado menos que antes, pero han ganado.
La naturaleza vírica del capitalismo, que explota recursos y seres humanos hasta que ya no tienen nada que ofrecer y entonces cambian de territorio, ha impuesto como dogma económico que los beneficios deben crecer siempre. Siempre.
Esto, que en la mal llamada Edad Media era un sacrilegio y se castigaba con la hoguera, se llama codicia y y su herramienta es la usura. Pero a partir de los 80 se llamó fin de la historia. Y a los infames y asesinos codiciosos se les llama ahora ingenieros financieros.
Estos expertos, conocidos por forrarse a costa de no dar ni una en sus previsiones cuando hablan en público y por amarrar yates con fulanas en privado, vieron que había una bolsa de gente que aún no tenía relaciones con los bancos, y cuyo dinero estaba “inmovilizado”. En realidad, como ponen esos nombres, no se dieron cuenta de que los pobres mueven mucho el dinero. Lo que no hacen es guardar lo que sobra, porque no sobra.
Así que esos “ingenieros” cobraban una pasta infame como consejeros de entidades financieras y bancarias, y presionaron a sus muchachos para conceder créditos a personas que jamás podrían devolverlos. Pero hasta que el sistema explotase –porque no se puede prestar a quien no te va a devolver: la demostración de este teorema ha valido algún premio Nobel de economía—ellos iban guardando la pasta de sus contratos estratosféricos en algún banco suizo, de las Islas Caimán o de vaya a saber dónde.
Volverán cuando todo haya perdido todo el valor. Comprarán empresas y bancos a precio de risa y volverán a encontrar células a las que infectar y destruir, como un virus.
Ahora toca rescatar a las empresas y bancos dejados sin sangre por esos vampiros con nuestra pasta (¿cuál si no?: no hay otra). Y hasta los faescistas aplauden este atentado contra el liberalismo económico. Viva la socialdemocracia para los ricos.
Mientras tanto, Fanta les dice a los jóvenes que “no se compliquen”. Claro: si se complicasen alguno iba a pasarlo mal. En una época nos complicamos y nos dieron bien dados.

Ahora, un poco de vocabulario básico.

Desviación de Fondos: Robo cuyo botín (con perdón) excede los 600 millones de Euros.
Ingeniería Financiera: Toco-Mocho aplaudido, teorizado y justificado por los Think-tank del liberalismo.
Medidas para fomentar la Recuperación de la Inversión: Chantaje por el cual si no les das lo que piden cierran su empresa y te dejan en el paro.
Hipotecas sub-prime: Endeudamiento de los pobres para que los ricos hagan dinero a costa de los que no lo tienen.
Emisión de Liquidez por los Bancos Centrales: Timo de la estampita, consistente en decir que un Euro vale un Euro y lo que compras con él, también. No es cierto.
Deslocalización: Traslado de las empresas a países donde no hay sindicatos y pueden trabajar niños, con sueldos ridículos.
Liberalismo: Sistema económico para cuando las cosas (les) van bien.
Socialdemocracia: La voz de su amo.
Despido libre: Santo Grial.
Sindicatos: Satán, el Enemigo, aunque domesticable.
Nota al pie. Después de publicar la primera parte de Economía para dummies en la que comparaba el origen de la crisis con un casino, leí esto:
"FEKETE Antal, Cuando el ser humano se enfrenta a riesgos creados por otros hombres (incluyendo el gobierno) no podemos hablar de especulación, sino de una apuesta. Se está dispuesto a arriesgar el dinero en predecir eventos futuros que sólo en apariencia suceden de manera aleatoria: están preparados por el dueño del casino en su propio beneficio (…) Los riesgos que confronta [el ser humano con la variabilidad del tipo de interés y del tipo de cambio] no son riesgos creados por la naturaleza sino por el hombre. Utilizamos “creados por el hombre” en su sentido más amplio, incluyendo las manipulaciones del gobierno y del banco central. Si comparamos el gobierno con el dueño del casino (¡Ojalá lo fuera!, N. del A.), entonces los especuladores son quienes apuestan. El gobierno crea los riesgos de manera artificial. What Gold and Silver Analysts Overlook (2006)."

martes, 7 de octubre de 2008

Ite Misa Est.

Ignoro si la prensa, habitualmente tan torpe para dar noticias de la Santa Sede como ésta a la hora de comunicar su mensaje, ha reseñado en su contenido correcto y en su contexto. Seguramente no. Pero no puedo resistir la tentación de comentar algunas palabras que he escuchado textualmente en algunos informativos italianos. Y las homilías del Papa durante la inauguración del Sínodo de Obispos me han dejado perplejo cuando ha achacado la crisis económica global “a esta sociedad que ha matado a Dios”, etc...
A mí este Papa me tiene un poco confundido. Y escamado. Normalmente me escama la gente que ha sido Inquisidor General, pero esto es un prejuicio muy particular. No obstante, comprendo su preocupación fundamentalista, es decir, su vuelta a los fundamentos. La misa, de culo y en latín. La Biblia, al pie de la letra. Los sacramentos, como Dios –y él—manda. Todo eso lo puedo entender porque en tiempos de zozobra y amenaza la primera tentación es volver a los orígenes. Parece que para él y para su antecesor la Iglesia perdió su identidad en el Concilio Vaticano II, se mezcló con rojos y hippies, alimentó el sueño de los laicos de guiar las corrientes pastorales al unísono con el signo de los tiempos y así perdió su verdadera identidad. Eso lo entiendo, porque vendría a ser como esas parejas que tratan de suturar su amor tratando de revivir la noche de bodas en una imposible segunda luna de miel.
Lo que no comprendo es que esto le valga para todo. Para analizar la crisis económica, para hablar de las nuevas tecnologías, para criticar las relaciones sociales nacidas en el marco de la comunicación global... Me pregunto si pide el café reafirmando las decretales de Trento.
Tampoco veo mucho el que achaque los problemas contemporáneos a una sociedad que ha “matado a Dios”. Me parece que el problema que tiene la fe católica es de márketin o, más precisamente, de cuota de mercado. La gente no parece que crea menos en Dios. Lo que parece es que la marca Católico Apostólico Romano está fracasando, es decir: la gente no cree menos en Dios, sólo que ae ha apuntado a otros o a otras modalidades (pienso que el producto inicial viene a ser el mismo). Es más: hay religiones que incluso consiguen que sus fieles se inmolen en el nombre de su dios, cosa que la Iglesia Católica no ve desde sus viejos buenos tiempos.
¿Y si el Dios católico volviese a ser el dios de los pobres? ¿Y si fuera el Dios de Misericordia que tantos católicos creen que es, independientemente de lo que opine la Suprema? ¿Y si criticase con tanta fiereza como Juan Pablo II un sistema económico que hace más ricos a los ricos y más miserables a todos los demás? ¿Y si apoyase la labor de tanta gente comprometida, en su nombre, con los necesitados, los enfermos, los excluídos?
Claro que anatematizar a banqueros y políticos es mucho más complicado que bramar contra intelectuales, curas de apie y filósofos. Y más barato.

Addenda.

Hace poco nombraron al “Jefe”, como lo llamó un colega, del Poder Judicial, que se bendijo a sí mismo vía Rouco en una misa oficial. Preguntado nuestro Ministro de Justicia, en la SER, dijo algo así como “yo respeto su creencia y ésta no tiene por qué afectar a su trabajo. Como mi laicidad no tiene por qué interferir en el mío”. Más o menos.
Sr. Ministro: laico no es el practicante. Es el miembro de la grey que no ha adoptado hábitos ni órdenes. El juez en cuestión es tan laico como usted. La sociedad laica no tiene por qué ser arreligiosa. Lo que tiene que hacer es velar porque los poderes del Estado no lo sean. Y otra cosa: personalmente creo que hay que respetar y defender el derecho de todo creyente a sostener sus creencias y a llevarlas a la práctica, mientras éstas no conculquen la Ley. Pero la creencia en sí misma no tengo por qué respetarla en absoluto. Faltaría más. Como para respetar el ideario nacional-socialista, por ejemplo.

jueves, 2 de octubre de 2008

La Conspiración Mundial que Nunca Fue.

Llevo algunos días sin escribir porque es difícil elegir cuál de los absurdos, estupideces o terrores elegir para diseccionar así, por encima.
No sabía si reirme, con lágrimas amargas, de la campaña para el "Respeto al Maestro" que propone como modelo a un personaje de ficción --personalmente, hubiera preferido al sr. Miyagi--: debe ser que no hay modelos de profesor respetables de carne y hueso. Por cierto, Obi Wan fue profesor full-time de Darth Vader/Annakin. A Luke se lo encontró de rebote y no tuvo tiempo sino de enseñarle lo básico. El maestro de Luke, también por poco tiempo fue Yoda, que yo recuerde. Claro, que tenemos unos empresarios que aprueban un spot para vender higiene femenina a adolescentes varones con aparato. (Por cierto, por favor, por favor, por favor: ¡que entrevisten a la pobre Carla!)
No sabía si mostrar por enésima vez cómo El País, en asuntos económicos, es más de derechas que la ultra-derecha "Güalestritista". Y es que tiene el corazón socialdemócrata, pero apoya con la cabeza el toco-mocho financiero (en realidad es una versión gigantesca del timo de la estampita) que se va a perpetrar ante la mirada incrédula de ciudadanos que ni siquiera disponen de un servicio de urgencias gratuito.
No sabía si alarmarme cuando ví las reacciones ante los Presupuestos Generales del Estado por parte de los portavoces políticos. O si explicar a los no madrileños cómo se pueden inaugurar hospitales vacíos, sin equipar y sin personal (claro que Aznar ya inauguró una terminal de aeropuerto sin apenas haber cubierto aguas...). O criticar el espacio que mereció en los medios el que el Estado haya suspendido hasta enero la dotación de fondos a los proveedores de la sanidad pública mientras se mostraba, a cuatro columnas, la dotación para mejorar las condiciones socio-laborales de las prostitutas: el mismo día.

Me acordé entonces de los que hablan de una conspiración mundial para hacer que esta crisis desemboque en una dictadura global. La crisis sería un segundo paso, después del terror a la segunda invasión islámica, para crear las condiciones. Y así las sociedades secretas en la sombra instaurarán un auténtico régimen autoritario universal.
Ojalá fuera así. Estoy leyendo en el magnífico libro de Turner cómo llegó al poder el nazismo tras el crack del 29. Y lo único que uno encuentra es una colección de estúpidos, inútiles y vanidosos que hicieron estupideces, inutilidades y vanidades que desembocaron en un desastre del que aún sufrimos las consecuencias.
En el fondo uno desearía que todo esto tuviera una intención, un propósito, y fuera más que la consecuencia de la avaricia de unos, la inanidad de otros y la estupidez de todos.
¡Qué semanita, mi madre!

Que sea leve.

P.S.: El libro en cuestión es A Treinta días del Poder, de Henry Ashby Turner, Edhasa/quinteto, 2000 (ed. esp.). Además de mostrar la estupidez y evitabilidad de la llegada de Hitler a la Cancillería alemana, derrumba de una vez por todas y con documentación extensa e intensa el mito de que los nazis llegaron al poder ganándolo en las urnas. Erudito, pero no espeso. Y con un excelente prólogo de Antonio Muñoz Molina, el imprescindible.

P.S.S.: Mi hijo de 12 años ha dicho de la campaña de respeto al maestro que es "una frikada". Sobre la "Fiefta" de Ausonia corren magníficos videoclips por Yutube que recomiendo vivamente. Un éxito de notoriedad, la campaña.

sábado, 27 de septiembre de 2008

El Debate y la Manaza que mece la Cuna.

Anoche ví el debate. Como está siendo profusamente analizado, incluso descuartizado, en los medios, voy a ofrecer no tanto una opinión como algunas ideas que asociaba mientras veía a ese par de gemelos tratando de parecer distintos. Como las escribo como salían, no están muy organizadas, pero no se puede tener todo.

1. Es bueno leer. Sobre todo a los clásicos. Todos los que aspiran a algo en la política de EEUU o de las colonias deberían echar un vistazo a la obra de Gibbons, el clásico sobre el declive del imperio romano que, de paso, inspiró a Asimov la hexalogía de la Fundación. Es cierto que la obra de Gibbons tiene cosas del siglo XVIII. Pero es que está escrita por entonces, qué le vamos a hacer. Gibbons señalaba la similitud en tiempo, motivaciones y resultados, entre la gobernación de Diocleciano y la de Carlos V. Personalmente creo que ambos querían ser Marco Aurelio: pero Marco Aurelio no quería ser emperador. Un lío, ¿no?
2. Parece que la política de este principio de siglo consiste en no molestar. Así no se pinchan burbujas de votantes. Lo hizo Zapatero y lo ha hecho Obama: dejar pasar la desfachatez de quien gobierna por y para el dinero. Presumir, como hizo McCain de 28 años de experiencia en seguridad nacional, viendo los últimos 28 años de la seguridad nacional estadounidense era una yugular latiente que nuestro moderado muchacho dejó sin morder.
3. Puede que estas dos personas --dicen que también lo son-- simplemente no se den cuenta de que no hay muchas maneras posibles de ser emperador. El poder es unidimensional, como un buen malo de película, y exige unos actores concretos con un registro concreto. Por si fuera poco, las cartas están dadas, marcadas y manejadas por un croupier que es el que pone la pasta y se la da a la Banca.
4. Pensé en Hillary. Se hubiera merendado a McCain y hubiera hecho una casita de muñecas con los huesos del viejo senador. No porque ella sea la esperanza de la inexistente izquierda de esa enorme provincioa agrícola que son los Estados Unidos. Se lo hubiera comido porque su estilo es el de un animal político que la era ya ha parido pero aún no está preparado para asumir la cúspide de la pirámide alimenticia. Además, la campaña hubiera sido mucho más divertida. A estas horas en la Fox ya estarían entrevistando a Paula Jones y a Mónica Lewinsky.
5. Me dio la sensación de que los dos candidatos tienen miedo. G.W. les ha metido en un charco de arenas movedizas al borde del cual están Chávez, Lula, Putin, Ahmadineyad, Sarkozy, Merkel... Algunos, criaturas del Doctor CIAstein y su fiel servidor Igor Cheney. Otros, aliados de los que el imperio desconfía. Hay que ser un ambicioso o un loco para querer ser el próximo presidente.
6. Lo crean o no, Adam Smith confiaba en que la buena voluntad y el espíritu religioso de los hombres de negocios y los mecanismos intrínsecos del mercado pondrían en marcha una mano invisible que repartiría la riqueza, promoviendo el reparto de la prosperidad y la felicidad entre los hombres (blancos). Pues bien: a esa mano invisible le ha caido la tapa del piano encima. Y ninguno de los imperiables supo qué responder cuando se les preguntó por la economía, estúpidos. A lo mejor, si les hubieran preguntado por la avaricia...
7. Luego me acosté con la sensación de que ni siquiera había habido espectáculo. Que es lo mínimo que se puede pedir a nuestros emperadores. ¡Ah, los tiempos de Pan y Circo!

martes, 23 de septiembre de 2008

NFAQs (Sin responder) capítulo I.

Cuanto más lee uno la prensa, cuantos más informativos atiende y cuantas más "tertulias" escucha, más tiene la sensación de que los medios de comunicación no responden nunca las preguntas más básicas. Quizá porque dan por supuesto que ya se han respondido días, meses o años antes. Y no es cierto. O al menos yo, en mis cortas luces, no logro enterarme de algunas respuestas muy básicas cuyas respuestas me gustaría obtener. Pongo algunas, pero me gustaría que (si alguien lee estos mensajes en una botella) otros las completasen. Por ejemplo, y por grupos:

¿Por qué, si la reivindicación histórico-territorial de ETA y del movimiento aberzale en general incluye Iparralde, el País Vasco Francés para los del Plan Nuevo, jamás atentan en Francia contra personas francesas?
¿Por qué está bien que palestinos e israelíes, IRA e ingleses, etc. negocien pero está mal negociar con ETA? ¿Por qué la Iglesia "oficial" auspicia aquéllos y otros procesos de negociación fuera de España y aquí no?
¿Por qué (algunas de) las víctimas de atentados terroristas se oponen a un final negociado del conflicto vasco? ¿Y qué si se oponen?
¿Por qué no se aplica la Ley de Partidos a los partidos de ultraderecha?

¿Por qué está bien que las autoridades judiciales españolas investiguen los crímenes contra la humanidad en Argentina, Chile y otros Estados y está mal que se haga lo mismo en España?
¿Por qué se juzga como criminales de guerra a los que los han cometido, pero han perdido y no a los que los han cometido, pero han ganado?
¿Por qué siempre se castiga mediática y judicialmente a los corruptos, pero no a los corruptores?

¿Por qué no se puede sospechar que el 11-S fue fabricado por los EEUU habiendo pruebas sólidas de que fabricaron la Guerra de Cuba, y de que --como mínimo-- no impidieron el ataque de Pearl Harbor? Muchos lo hicieron antes. Incluidos los nazis.
¿Por qué hay una asociación de víctimas del atentado del 11-S que ha interpuesto ante los tribunales estadounidenses e internacionales una denuncia contra el Gobierno de los EEUU por dar una versión "equivocada" de lo que sucedio en el WTC y a los que piden una investigación independiente se les llama conspiranóicos?

¿Por qué se pide el boicot del comercio de pieles o de diamantes y no el de teléfonos móviles, sabiendo que la guerra civil congoleña, entre otras, tiene parte de sus causas en la explotación de las minas de coltán, esencial para su fabricación?

¿Por qué se da la coincidencia de que los años en los que hay crisis en la construcción y se detiene la oferta de suelo hay menos incendios forestales?

¿Por qué Google es negocio si no vende nada?

Pregunto.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Sin Esparanza. Con Aguirre.

Esperanza Aguirre conquistó el gobierno de la Comunidad de Madrid gracias a los votos de dos despreciables personajes que violaron la voluntad de los electores (ver P.S.).

Esperanza Aguirre supedita toda su acción política a sus aspiraciones a gobernar el país apoyada por el búnker más cerril, haciendo de Madrid su laboratorio neocon de la Señorita PPis.

Esperanza Aguirre y sus coadjutores han decidido privatizar todo lo público sin contrapartidas a los ciudadanos, saltándose incluso a la torera sentencias firmes del Tribunal Supremo o leyes estatales, llegando incluso a acabar con las carreras profesionales de los que se han opuesto a su pogrom.

Esperanza Aguirre ha convertido la RTVM (Telemadrí y Ondamadrí, para los del foro) en un medio que hasta a Goebbels le hubiera suscitado pudor.

Esperanza Aguirre no ha logrado asfaltar toda la CAM por la crisis de beneficios que nos invade. Se habla de algunos árboles que resisten ahora y siempre a sus promotores --tómese en ambos sentidos de la palabra--.

Esperanza Aguirre subvenciona asociaciones de extrema derecha, cuando no con un ideario abiertamente fascista, que también logran que sus colegios sean subvencionados por el dinero de todos.

Esperanza Aguirre contrata escasas obras públicas que pueda pagar: así culpa al Gobierno central de no aportar el dinero que quiere gastarse y, por tanto, de marginar a Madrid.

Esperanza Aguirre (Ponga aquí el lector lo que proceda)...



Pues bien. El titular de la Cadena Ser y de la edición digital de El País, principales medios de presunta oposición a los populares y líderes en el mercado informativo del Estado, fue que Esperanza Aguirre había entrado en el Congreso del PP al compás de la música de Shakira.



El sábado, que Ruiz Gallardón (eso lo dejo para otro día) lo había hecho al sonido de ABBA.



Enhorabuena a los premiados.



P.S.: Los electores castigaron, curiosamente, al PSOE-PSM.

jueves, 18 de septiembre de 2008

La Objeción de los que no tienen Conciencia

En Tres Sombreros de Copa, le preguntan a uno de los personajes: "¿Es usted militar?" y él responde: "Regular". El personaje se camufla mas de lo que ahora leemos porque en ese tiempo realmente había un Tabor de Regulares, pero esa no es la cuestión. La cuestión es que no se puede ser "un poco militar", como no se puede estar "un poco embarazada".
No sé ustedes (o ustedes vosotros, a elegir), pero yo no me imagino a estudiantes de la Academia Militar ni a soldados profesionales objetando conciencia. La escena, en sí misma, sería digna de una película del absurdo.
Sin embargo, los faescistas y sus dueños han encontrado en la "objeción de conciencia" un aliado para su restrictio mentalis y su manía patológica de jugar al despiste y con trampas. Los de siempre han redescubierto la objeción de conciencia. De modo que asistimos atónitos a farmacéuticos/as que se niegan a dispensar la llamada píldora del día después, o docentes que se niegan a impartir una asignatura, o médicos que rehúsan, bien a aplicar cuidados paliativos a enfermos terminales desfigurados por el dolor, bien a facilitar la interrupción del embarazo de acuerdo con los supuestos contemplados por la Ley; todo ello en nombre de su "conciencia".
Pues bien: aquí no hay conciencia que valga: hay una incompatibilidad entre las propias creencias y la actividad que uno lleva a cabo. Aparte del trasfondo de resistencia y negación ante el imperio de las leyes que no les gustan, azuzados por intereses partidistas, lo que tenemos aquí es la incapacidad, la no cualificación personal, para ejercer una profesión. Es muy sencillo: si en un trabajo se han de acatar leyes y realizar actos que van contra la conciencia de uno, no se está capacitado para desempeñar esa profesión y en conciencia, debe abandonarse esa actividad. No creo que una empresa cárnica permitiese cobrar el sueldo a un vegetariano que, obtenido y promovido al puesto de matarife, se negase después a sacrificar reses.
Lo mismo que las Fuerzas Armadas expulsarían a un soldado pacifista --sólo poner estas dos palabras juntas ya mueve a rechifla--, deberían inhabilitar a los docentes, farmacéuticos y médicos que no pudieran, en conciencia, ejercer su profesión sin las trabas de sus creencias.
Que los poderes públicos amparen y fomenten esta mal llamada "desobediencia civil", que en boca de los faesciosos es un atentado a la memoria de los que han luchado por causas justas, debería también inhabilitarles para sus cargos: hacen apología de la ilegalidad.
Un detallito más, casi sin importancia: en un Estado de Derecho, al que incumple las leyes no se le llama objetor. Se le llama delincuente. En castellano y en inglés.

P.S.: Yo creo que también ha habido un problema de estrategia semiológica. Si al menos la asignatura de Educación para la Ciudadanía se hubiese llamado Formación del Espíritu Nacional...

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Economía de Mercado para Dummies (I)

Un señor (generalmente es un señor) tiene, digamos, una mina de cobre. El cobre está por las nubes, porque, además de la energía, se necesitan materiales para transportarla y prácticamente toda la electrónica de nuestros hogares y de la industria depende del cobre. Gana mucho dinero, pero necesita grandes cantidades de efectivo para maquinaria, para excavar nuevos pozos, etc. Y tiene una idea: se le da mujy bien jugar a la ruleta. Podría incrementar sus ingresos líquidos (dinero contante y sonante), en la ruleta. Así ganaría más dinero para sus socios y tendría líquido con el que operar.

Este señor (generalmente es un señor), por tanto, juega a la ruleta. Y, como sabe jugar y tiene experiencia, entre mucha gente le presta la pasta para que juegue. Hay gente que le presta para dos fichas. Y hay gente que reúne la pasta de mucha gente (es decir, los bancos) que le presta enormes cantidades para que juegue en varios casinos. El tahúr, realmente juega con muy poco dinero suyo. De hecho, es una cadena de préstamos.

Al tahúr le ha ido históricamente muy bien. En los años flojos, reparte poco y en los años buenos reparte mucho. Pero un buen día descubrimos que prácticamente todo el dinero del que dispone lo ha invertido en la ruleta y no en la mina. Y los que le prestan grandes cantidades, viendo que ganaba tanto y tan fácilmente, han hecho lo que él. Desde luego, hay gente que sabe que la ruleta es un juego de azar y no invierte directamente en la ruleta. Pero el banco donde tiene su dinero lo hace en su nombre. Y la aseguradora que asegura sus bienes, asociada con el banco, también se ha ido de casinos.

Llega una mala racha. Todos pierden. En teoría, la mina de cobre y todas las posesiones de los jugadores deberían ir para la banca, para el Casino, y ellos lo perderían todo. Pues no. ¿Qué hacen el tahúr y sus socios cuando pierden hasta la camisa? El Presidente (político) que compró en los años de bonanza le dice a todo el mundo que pague lo que han perdido. A todos. Los que han jugado y los que no. Así que seguirán siendo dueños del casino, de la mina y de las entidades que les han prestado el dinero para seguir jugando.

Eso es la economía libre de mercado cuando a los tahúres les viene la mala racha: Ellos ganan, tú pierdes. Ellos pierden: tú pierdes.

Ahora, en Madrid, Esperanza Aguirre ha visto que el agua es negocio. Privaticémosla. Así el tahúr y sus colegas tendrán pasta con la que jugar a la ruleta. Cuando hayan exprimido el negocio y pierdan hasta la camisa, volverá a nuestras manos. Para que paguemos lo que han perdido.

¿Fácil, no?

P.S.: Ya sé que es una parábola y que hay algunas inexactitudes técnicas. De hecho, el Casino, físicamente, ni existe ni tiene dueño... en teoría. Pero eso lo dejamos para otro capítulo.